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No, ni aquí ni allí, ni allá ni acullá. En plena vorágine y culto al olvido, quizá hasta a la impunidad, pues la amnistía -véase su familia etimológica: del griego amnestia, amnesia u olvido- invita a eso, al olvido, o ejecuta legalmente el olvido, al aquí no ha pasado nada, amigo, esta noche seguiré durmiendo en la capital de ese extraño, reciente país llamado Bélgica. Olvidemos el pasado y volvamos al amor. Carina, lejanos años. Pero hay cosas inolvidables, por ejemplo, un gran amor, o el recuerdo de la mano cálida del padre por la plaza de San Agustín, una mano de 18 meses que lo desconoce todo y aún no tiene un sitito para eso del olvido. O la caminata diaria, a la derecha Vigorito, Fundición de Hierro y Cobre; a la izquierda, mi amadísimo Campo del Sur, camino del colegio de las monjas de Sant Vincent de Paul. Las olas bramando, salpicándonos el rostro a la mama y al párvulo. Un inocente. O dos.
Pero aquí no deseo hablar de inocentes, más bien de todo lo contrario. De culpables. De alguien que ha manchado realidades queridas, reconocibles a distancia, entreveradas en el tuétano óseo de toda una ciudad, con más huella o menos según sobre qué estamento. Porque aquí, o, mejor dicho, en Getafe, se ha faltado el respeto a la Tacita de Oro, a la afición de un Glorioso que, a este paso, va a dejar de serlo, como su homónimo de Portugal, el Benfica de Lisboa. No, no puede haber olvido para esa pena de partido ante el Getafe. Muchas cosas, muchas victorias tienen que acontecer para que el recuerdo de ese bochornoso espectáculo se borre de/en nuestras memorias, para amnistiar ese barco a la deriva en que han convertido a nuestro Cadi. Qué bochorno, qué desdoro futbolístico a un equipo que lleva por nombre la ciudad que comerció con los fenicios en la Caleta -probablemente- hace ya tres mil años. Un respeto pa Cai, pichas. Que esto no es Villarrubia de abajo. Que cuando corríamos los gaditanos por la verita del mar Madrid ni existía. Y Getafe era la nada.
Iba a titular este artículo “Todos a la calle”, porque eso es lo primero que siente el tolerante, doblegado aficionado que, quizá con gran esfuerzo económico, adquirió un abono; alegre, esperanzado, que este año sí, este año vamos a liarla. A la Champions, medio chilla en el Manteca uno del Corralón, el adorable gadita hiperbólico tras meterle tres al Villarreal en Carranza. O por lo menos a la Europa Ligue, su acompañante de manzanilla y tapa de brótola frita a las dos y media de la tarde.
Lo del poblado pueblo de Madrid, si somos sesudos y no fanáticos, se veía venir. Gran cabreo ante la tele. Un espectáculo de condena. El Badalona trenza de vez en cuando alguna jugada; el Glorioso ni media. Los chavales de un equipo que juega en quincuagésima división corren, los acomodados del amarillo miran. Que corra el Pupa, deben pensar. Ya marcaremos, si después de todo esto es una playa. ¿Una playa? Termina el pseudopartido con nada a nada. Bueno, ahora en la prórroga le metemos diez. ¿Qué? De goles nati mistral, que diría un castizo de Botica. Pues a los vergonzantes penaltis. Vamos. Ahora sí. Viva España. Hemos eliminado al Madrid, al City, a su… Qué vergüenza lo de Badalona. Bueno es la Copa, Sergio pone un tope al acelerador, no se vayan a cansar demasiado sus boys, lo nuestro es Getafe, allí sí que correremos y marcaremos goles, la Liga, eso es lo nuestro. Y más o menos igual. Con uno más no supimos leer el partido, dice Sergio y se queda tan tranquilo. ¿Entonces tú para qué cobras, querido?, como diría mi amigo Carlos el de Ese Cádiz Oé. Cobras una pasta gansa para eso precisamente, para que sepas “leer el partido”, para saber qué hay que hacer cuando se tiene uno más. Abrir espacios, cuanta más amplitud le demos al juego más se notará la diferencia de uno menos. Pegar a los dos extremos a la línea de cal. Eso lo primero. Hacer más ancho el campo. Y tocarla sin que la vean, que corran, que al final pagarán el esfuerzo y entonces nos llevaremos los puntos. Esto debe parecer complicado de entender. Y vengan cambios, vengan delanteros, porque de eso no te quejarás, Glez, tienes una pila y el único que medio funciona es el animoso chaval de San José del Valle. Y digo yo: ¿y si todo lo gastado y cobrado lo juntamos y con ese dinero traemos a uno de verdad, un nueve de garantías. Yo veo a Lucas Boyé en el Granada, por ejemplo. ¿Se intentó ficharlo? Y a otros. ¿Qué se pierde por entrar en conversaciones para traer a En Nesiry? O a Muniaín el del Bilbao para darle la batuta. Para dirigir un equipo hay que soñar, alma mía. Busca, busca. Si no, a segunda del tirón, asevera el de la brótola frita en el Manteca.
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