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Ciertamente estamos casi al final del trayecto de uno de los puentes más esperados del año por aquello de poder vacacionar fuera de la temporada veraniega. Pero para los porteños de este lado del Atlántico, este puente de diciembre es el único que vamos a poder ver y disfrutar en el año que recién acaba. Porque ni la pasarela desde el extinto muelle de San Ignacio, ni el que dicen desde años atrás que va a cruzar nuestro río, van a estar disponibles a corto y medio plazo que se sepa.
Es más fácil para ver puentes nuevos antes de final de año, que nos instalemos en la casapuerta de nuestro dentista de cabecera observando los pónticos instalados entre las coronas de los parroquianos odontológicos. Porque aunque dicen que ya se han iniciado los trámites para la licitación y posterior contratación del equipo redactor del proyecto del puente que partirá de la Plaza de la Pescadería, con los antecedentes de concurrencias frustradas que acumulamos, yo lo seguiría poniendo en cuarentena hasta ver algo más consistente.
Fíjense, si no, lo ocurrido con la pasarela de la Plaza de la Galeras que, iniciado el derribo del muelle del Vapor, y cuando ya creíamos que la obra avanzaba allende el Guadalete hacia la otra banda, nuestro gozo cayó en el pozo de la torpeza, y ahora ni tenemos muelle, ni tenemos pasarela, ni tenemos al añorado Adriano, y con lo único que contamos es con un cono de luz navideño plantado a la mayor gloria del concejal de turno como si de una cuarta pared teatral se tratara, para en lo posible esconder lo evidente.
Los puentes sobre el río Guadalete son una metáfora perfecta de nuestra realidad: necesarios, a veces, muchas veces fallidos y siempre listos para protagonizar la próxima historia de nuestro día a día. Quizás tengamos que empezar a plantearnos los porteños de acá cómo iniciarnos en el arte de hacer viaductos, porque al final, no hay nada como un puente que una dos orillas, ya sea para cruzar el Leteo o para salvar una sonrisa. Aún así, disfrutemos del puente en el que estamos inmersos hasta mañana lunes. Y mis felicitaciones a las Conchas de ambos lados del charco.
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