El Alambique
J. García de Romeu
En un Puerto gaditano
El Alambique
Muchos no sabrán que significa esa frase, pero a muchísimos, si le ponemos la sintonía de Marco y su mono Amedio, cobrará todo el sentido. En aquella inolvidable serie, Marco viajaba a otro país, muy lejano, Argentina, para buscar a su mamá. Hoy esa canción, que desde estos momentos en la cabeza de algunos no deja de sonar machaconamente, cobra sentido. El circo mediático de todos los que viven de nuestros impuestos, todos, estén delante o detrás y sus correspondientes palmeros, cobren hoy o mañana, no tiene desperdicio. Salir en busca de la mamá de Marco me resulta extraño, y si es con escolta, más. Criticar lo mismo que hacen otros de la misma u otra cuerda, igual de extraño me resulta. Pedir explicaciones de lo que hacen todos y cada uno de los que se agarran a esta nueva forma de vida no me causa extrañeza, pero risa sí, y mucha.
En España, parte de nuestros impuestos, que recaen en todos en uno u otro momento, y bajo todas y cada una de las siglas, creadas para el papeo gordo, no solo sirven para que una clase política tenga un sueldo digno, también sirve para financiar chiringuitos, cubrir gastos, a veces suntuosos. Y aunque alguno que otro palmero, de la corte que sea, este ya maquinando como criticar estas palabras, estoy seguro de que la canción de Marco le ha vuelto a la cabeza, si tiene mas de cuarenta y cinco años, si menos, no tendrán ni idea, y al menos, de eso estoy convencido… me darán la razón en que ni justificado ni sin justificar tiene sentido que retornemos al pasado y rememoremos las andanzas del pequeño Marco y su fiel monito.
Tenemos viajes a la Pampa, a la gran Colombia, a la China, a Ucrania, a todos los lugares que imaginemos, y muy pocos viajes a Valencia o a la Venta, y me ahorro a que venta para no hacer publicidad. La clase política se somete al control de las urnas y cada día queda más claro que da igual quien esté, y si a alguno, que los hay, se le ocurre meterse en ese mundillo, sin color, sin fidelidades, con un único fin, descubrirá el maravilloso mundo del circo, recibiendo insultos y críticas de esa oposición fanática y sus palmeros y zancadillas de compañeros igual de fanáticos y leales.
Cada día queda más claro que hay dos Españas, unos que desde arriba viven de nuestros fondos y otra que se dedica a suministrar esos fondos. Pero bueno, esto es así, y los cambios no le gustan a nadie, que eso es de fascistas poco democráticos. Mejor sigamos con nuestra canción y recordando que quizás este viaje, al menos, les haya enseñado para gritar como Milei ¡Libertad,….!, eso no, que esta feo decirlo, y alguien se puede ofender.
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