El Puerto vintage

El Alambique

08 de septiembre 2024 - 07:00

Hace un año me fui segura de que el viaje me traería una nueva perspectiva, una visión más indulgente y esperanzadora de mi tierra. Y así ha sido. Vivir fuera actúa como un ansiolítico: rebaja la tensión y ayuda a relativizar. Ni somos tan excepcionales, ni lo que nos pasa es tan tremendo, ni tan insalvable. Con sensatez, buena voluntad y aprendiendo de nuestros errores podremos superar los baches. 

Para mi desgracia, este renovado optimismo, tan reconfortante, no lo resiste todo. No hay distancia que pueda matizar el despropósito de que el equipo de gobierno haya decidido dedicar un parque a un alcalde corrupto, inhabilitado, condenado por prevaricación, delitos urbanísticos o blanqueo. ¿Qué sentido tiene este homenaje ahora? 

Por su popularidad, por su mayoría absoluta, explica el alcalde. Nadie lo niega, aunque a la popularidad de entonces ahora la llamaríamos populismo. Tuvo su momento de encumbramiento y el premio fueron los votos que lo mantuvieron en la alcaldía. En parte, gracias a una acción de gobierno que la justicia ha determinado -demasiados años después- que no fue limpia. No se trata aquí de estar a favor o en contra de las medidas que impulsó Hernán Díaz en sus sucesivos mandatos. Se trata de reconocer que en política, como en la vida, no vale solo el qué, sino también el cómo. 

Esto, que parecía asumido, se nos está volviendo a olvidar. Será que todo es cíclico, que todas las modas vuelven, y ahora nos toca recuperar los locos 90. No vamos mal en la tarea. Por el momento, ya hemos blanqueado a los políticos que creían que la ley era un estorbo. También avanza la recuperación de los “famosos veranos de la ciudad” que mencionó el alcalde: la prueba está en la afluencia diaria a los locales junto a Puerto Sherry y, aún más evidente, en el estado de los pinares a la mañana siguiente. ¡Ni en los mejores tiempos del botellón! Y en cuanto a la cultura del pelotazo, ahí andamos, explorando nuevas oportunidades con los pisos turísticos. Estamos de lo más vintage, solo nos faltan las Mamachicho. 

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