El parqué
Jaime Sicilia
Siguen las caídas
Los vecinos de la calle de Las Cortes tienen razón, toda la razón. Tienen derecho al descanso y a que las autoridades locales protejan ese derecho. Lo digo de principio porque es incuestionable y llevan demasiado tiempo, demasiados años diría yo, soportando un nivel de ruido, el que se produce por la gran concentración de personas que llenan la calle , que además es ilegal. El esparcimiento entra en colisión con los derechos y además va ganando terreno cada tiempo. Digo que cada tiempo es más, y más ruido, menos descanso para las familias que viven en esas zonas. Es como las terrazas, la ocupación de mayor espacio de la calle cada vez, bajo cierta impunidad porque el gobierno municipal mira para otro lado, no se quiere meter ahí. Finalmente los vecinos, hartos, se están movilizando y protestando por un hecho que bien mirado nos parece insólito. Por el sagrado derecho al descanso. Es un fenómeno central de las ciudades, me temo. El Parque es un ejemplo palmario. Allí tienen lugar acontecimientos de la ciudad, el principal es la Feria, la antigua Velada. Los vecinos del parque soportan un nivel de ruido desmesurado y por supuesto ilegal, hasta la madrugada. Me resulta incomprensible que eso ocurra. La vinculación del ocio con el decibelio es algo esperpéntico. ¿Tiene que ser así obligatoriamente? Lo cierto es que el movimiento tiene una fuerza enorme. Se acercan a estos centros urbanos personas de todas partes de la ciudad y, quién sabe si de otras localidades de la provincia. En horas prudenciales es agradable contemplar esta sociabilidad pero a partir de un momento, todo es desmesura, ruido y abuso, que las familias se ven obligadas a soportar. Algo insólito. Por eso los vecinos, los damnificados, se han visto obligados a constituirse en grupo, en asociación, en algo que empiece siendo un altavoz pero que termine siendo el instrumento que salvaguarde sus derechos, especialmente el fundamental al descanso. Acabará cayendo sobre la mesa de decisiones de Patricia Cavada, que deberá tomar las más oportunas. A todos nos gusta una ciudad viva, con una estructura adecuada de espacios de restauración y de ocio. Pero no esto de la calle Las Cortes ni cuando llega el turbión del decibelio al Parque, para martirio de los vecinos de esa zona. O las terrazas ocupando más de la mitad de la acera -¿y esto por qué? Sociedad conflictiva, no cabe duda. Porque lo que está a la vista no necesita candiles y sólo hay que mirar un poco para arriba de la calle Las Cortes, vive gente. Y estas personas pueden enfermar, o desear la bendición del silencio. Es que tienen derecho, no sé cómo se puede decir de otro modo
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