El Alambique
J. García de Romeu
Sanidad pública y privada
El Alambique
El éxito de la verbena popular de la pasada semana demostró que el tejido asociativo en El Puerto sigue vivo y activo. Sobre su futuro, sin embargo, tengo mis dudas.
Estos colectivos -escasos en recursos económicos, faltos casi siempre de apoyos institucionales- tienen en su gente su mayor activo. Y lo de mayor, aquí, va con segundas. La veteranía de sus integrantes juega a su favor. No son novatos ni ingenuos, y a la vista está que las ganas y la ilusión no las han perdido. Pero si esperan que su trabajo de décadas se mantenga, necesitan encontrar a quien pasarle el testigo.
Mi generación, desde luego, no está a la altura. Quizás porque asistimos al fruto de muchas luchas anteriores y nos creímos que ya estaba todo conseguido. Parecía que las bases para ese mundo mejor y más justo se habían establecido, y que dependía de cada individuo aprovechar las circunstancias. Nos hicimos individualistas.
Luego llegaron la fiebre de los libros de autoayuda, el encumbramiento del emprendizaje, los gurús de youtube y los influencers. En este panorama, el asociacionismo de base tiene poco gancho: no promete triunfo, ni enriquecimiento, ni siquiera fotos para Instagram.
Pese a esta deriva, pese a la desafectación al alza y al descontento generalizado, yo, que soy optimista por naturaleza, creo que existe una masa de personas críticas, con grandes dosis de conciencia. Simplemente, nos equivocamos en el camino. Resulta que no basta con soltar una consigna en redes, compartir una lectura o ir a la manifestación del 8 de marzo. No basta, tampoco, con escribir artículos en la prensa. Hay que denunciar, sí, pero también proponer, buscar soluciones creativas y puntos de encuentro, dialogar, dar el callo, organizar actividades, gestionar presupuestos de supervivencia, estar y apoyar. Luce poco, sí, pero solo así se tejen estas redes.
A los organizadores de la verbena les auguro mucho éxito en futuras convocatorias, salud, y fuerzas: necesitamos que sigan incansables hasta que llegue el relevo.
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