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La margarita ha sido deshojada. Trece meses después de llegar al Ayuntamiento, el alcalde se decantó finalmente por afrontar el cambio de nombre del Estadio que tanto había reivindicado su partido y que tanto le ha costado por evitar una polémica que ahora se antoja imparable. Lo ha hecho en un sábado de remate de julio, por la vía del anuncio sorpresa y utilizando al Cádiz Club de Fútbol como escudo antiataques al señalarlo como causante del cambio. ¿O alguien se cree que ahora para cambiar las cosas en Cádiz basta con enviarle un escrito al alcalde, como parece que ha hecho el club de Manuel Vizcaíno para que el estadio se llame Carranza?
En cualquier caso, hecho está, y ya parece solo cuestión de tiempo que el Ayuntamiento oficialice el cambio y lo ejecute. El dilema, pues, ya no es el Estadio, que le pese a quien le pese se llamará Carranza a partir de las próximas semanas; la duda es si el gobierno del PP va a seguir ahora por esta senda reparadora de aquellos cambios de nomenclátor que fueron más polémicos en el mandato de Kichi.
Si así fuera, tiene Bruno García y su equipo bastante trabajo, todos con sus respectivas polémicas, por delante; porque son varias las calles, paseos y avenidas que modificaron los rótulos por una interpretación un tanto particular de la Ley de Memoria Histórica. Y ya de paso, porque en muchos de los casos se optaron por nombres no muy afortunados, enrevesados o eternos que a día de hoy siguen sin encajar bien en el callejero de la ciudad.
Bruno García tiene ahora la oportunidad de continuar esta labor de ‘rememoria’ para igual que va a hacer con el Estadio devolver a Canalejas el nombre de Ramón de Carranza, que fue sustituido por ese enorme letrero de Cuatro de Diciembre de 1977 (sirva de ejemplo de esos nombres poco afortunados).
De igual forma, generó bastante polémica en su día la eliminación de los nombres de Apodaca y Marqués de Comillas para apellidar la Alameda; por lo que al PP se le abre una oportunidad de oro para dar también marcha atrás a este cambio y recuperar los rótulos originales, buscando algún otro espacio (incluso en la misma Alameda) donde mantener el recuerdo a las hermanas Carvia Bernal.
La Avenida José León de Carranza sería sensible de recuperar su nombre, ya que en contra del criterio del Ayuntamiento sí sigue dando nombre al puente recién rehabilitado; y el ingeniero La Cierva podría volver a dar nombre a la concurrida glorieta que separa en dos el Paseo Marítimo.
Y puestos a reinterpretar la Memoria Histórica, el Ayuntamiento podría decidirse a mantener el nombre de José María Pemán al teatro del Parque Genovés, que en anteriores mandatos se eliminó por la puerta de atrás. En este caso, tiene aún varios meses el equipo de gobierno, los que a priori aún restan para terminar una obra que ya supera los 13 años de plazo, que se dice pronto.
Siguiendo con Pemán, tiene la oportunidad Bruno García de volver a colocar en la calle Isabel La Católica la artística placa de Vassallo que fue retirada por un supuesto enaltecimiento político del escritor gaditano, en una interpretación de la Memoria Histórica que fue también muy discutida y que, por tanto, invita a la misma reinterpretación que se ha hecho con el Estadio.
Y puestos a corregir nombres y devolver a su estado anterior al callejero y los equipamientos municipales, el gobierno local tendrá que decidir si asume o no una especie de resarcimiento con la Casa Real que el Ayuntamiento de Adelante quiso relegar al olvido. Ahí tiene una oportunidad de oro con la Avenida nueva, que podría volver a dedicar a Juan Carlos I evitando, de paso, esa discriminación a la sanidad concertada y privada que también se dedica a atender y curar pacientes; por más que el propio PP haya comprado ese discurso como demostrará en septiembre dedicando una glorieta no a la educación en general, sino exclusivamente a la pública.
Y en Astilleros también había un paseo dedicado al Príncipe de Asturias, hoy rey, que fue eliminado por el anterior Ayuntamiento y que ahora, en esta decisión veraniega adoptada por García y su equipo, podría ser recuperado.
El alcalde ha abierto la caja de Pandora con su decisión, camuflada tras el Cádiz Club de Fútbol, de devolver el nombre de Carranza al Estadio. Una especie de “vamos a llamar a las cosas por su nombre” que abre la puerta a otra serie de cambios que son igual de susceptibles que el del Nuevo Mirandilla que va a pasar a mejor vida. Y si el gobierno local no está muy por la labor de afrontar estas opciones, que preparen los buzones del Ayuntamiento por si llegan nuevos escritos solicitando esta rememoria histórica de Cádiz.
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