Tercer recorte de la Fed en 2024
Una resonancia para mi hija
Después de un mes de intensos dolores de espalda y de una pierna, el médico de familia que estamos estrenando en La Paz le ha mandado una radiografía y una resonancia a mi hija. ¿Es normal que me sienta agradecido y que me entren ganas de mandarle al médico unos bombones de la caja roja de Nestle o estoy viendo la botella medio llena o, en un tercer caso, sería mejor que me bebiera esa media botella yo para no quejarme tanto? En el país de los ciegos, el tuerto es el rey. No debemos caer en acostumbrarnos a que la Sanidad sea un desastre. No debemos alegrarnos si conseguimos una cita con el médico de familia antes de diez días, no debemos reírnos, como si fuera una gracia, de que tan sólo tarden cinco horas en atendernos en Urgencias del Puerta del Mar o que el ambulatorio de La Paz pase jornadas sin médicos de urgencias. No tiene gracia ninguna, ni pizca, y me temo que lo de mi hija sea un espejismo. Ojalá me equivoque.
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