Rotonda

El Alambique

03 de noviembre 2024 - 07:01

Que si ha quedado de cine, que si vaya cochambre.. Sobre gustos, colores. Yo, de momento, dejo a un lado el análisis estético y me quedo con lo evidente: hemos levantado un Vaporcito de pega mientras el auténtico espera agónico el desguace.

Diputación, Junta, Ayuntamiento… en todos estos años -13 ya desde el hundimiento- ni una sola muestra real de interés en recuperar la nave, si no para ponerla de nuevo a navegar, al menos para preservar el símbolo de la ciudad. Siguiendo su mismo rumbo garboso, las promesas lanzadas el primer día, como el Vapor, se hundieron.

Lo que me molesta de este capítulo no es ya el abandono del Adriano III, que también. Es la desfachatez con que tratan de vendernos cuentos. Si recuperar la nave no era viable, si existían otras prioridades, ¿a qué venía tanto teatro? Cuántas declaraciones pomposas, cuántos golpes de pecho.

El ímpetu de las primeras intervenciones, es cierto, se fue rebajando y, poco a poco, todas las administraciones fueron adoptando un perfil más bajo. De alguna manera, era una forma de asumir que se pasaron de entusiasmo al principio.

Fue entonces cuando la asociación El Vaporcito tomó el relevo y se hizo con la causa. Visto lo visto, lo inteligente habría sido dejar el protagonismo a ese colectivo y dar un paso al lado. Pero, ¡qué nos gusta un titular! La presentación del proyecto de recuperación la hizo el alcalde -el de ahora-, que protagonizó la foto del día acompañado, además, de Teófila Martínez y David Calleja. Cualquiera que lea la noticia que aún puede consultarse en la página del Ayuntamiento llega a la conclusión -errónea- de que es el Consistorio el que va a restaurar el barco.

Eso fue hace cuatro años, casi una década después del accidente. A esas alturas el Ayuntamiento ya sabía hasta dónde estaba dispuesto a implicarse, y sin embargo no quiso desaprovechar la oportunidad de autobombo. Yo no reprocho al alcalde (o no a él en exclusiva) el abandono del Vapor. Le reprocho que quiera quedarse con los méritos, aunque sean de otros, y se escabulla cuando vienen mal dadas.

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