El Alambique
Jesús Andrades
Ojú que lío
El Alambique
El objeto del debate se ha hecho excluyente al politizarse todo. La sanidad publica es una realidad, desde hace mucho, mucho tiempo, y que nadie pone ni en duda ni en riesgo. Sin embargo, la confrontación social a la que nos tienen acostumbrados nuestros políticos, alarma a la ciudadanía en base a que hay una conspiración, al parecer judeo-masónica, pues las cosas no cambian, para eliminar la sanidad pública.
En España siempre hubo sectores sociales que no tenían derecho a la sanidad, por poner un ejemplo, los mutualistas de la abogacía. Por otro lado, qué de malo tiene que alguien, que puede hacerlo, en lugar de beneficiarse de la sanidad pública y obtenerla gratuitamente, la pague. El debate ahora gira en torno a prohibir que haya sanidad privada, no en que desaparezca la pública o se ponga en riesgo la sanidad pública. Nadie va a tener que acudir obligatoriamente a la sanidad privada, tenemos una sanidad pública, entonces, por qué razón salen miles de sanitarios a la calle, instigados por sindicatos, con miles de ciudadanos gritando que la sanidad publica no debe desaparecer y que se tiene que prohibir la sanidad privada. ¿Acaso quien quiera y pueda no tiene derecho a exigir una atención privada?. El debate desvía la atención, pues mientras no falta dinero para sueldos de políticos y pagas a personas que nunca cotizaron en este país, mientras no falta dinero para organizaciones y chiringuitos, sí que se alerta sobre el déficit de la sanidad pública o nuestras pensiones.
Quizás el debate debiera centrarse en exigir calidad en la sanidad pública, quizás sería conveniente salir a la calle a exigir mayor contratación de personal sanitario por parte del estado, quizás deberíamos exigir acabar con la sanidad concertada, y que la sanidad publica fuera autosuficiente, con inversión adecuada. El problema no es que haya una opción privada, el problema es que mientras gritamos el no a la privatización, algo que jamás ocurrirá, porque para eso parte de nuestra cotización se debe destinar a nuestra salud, nos olvidamos de exigir que se invierta más en sanidad. Quizás algún día nos despoliticemos, seamos menos muñecos de trapo, quizás dejemos de hacerle el juego a quienes mantenemos con nuestros impuestos y les exijamos que dejen de asustarnos y actúen, inviertan en sanidad y dejen de amedrentarnos con lobos inexistentes, la lucha no es contra la sanidad privada, sino por una sanidad pública de calidad.
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