Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
Nunca me gustó y nunca me gustará Calleja pero no por su vida privada, que ni me importa y mucho menos me interesa, sino por la utilización espuria que ha hecho de la política con algo que considero que es sagrado, el voto de los portuenses con el egoísta propósito de su autopromoción y el engrandecimiento de su ego enfermizo.
Si bien es cierto que Beardo lo utilizó como captador de votos, no es menos cierto que Calleja, cuando se dio cuenta de que podía dejar de ser un completo desconocido para dar rienda suelta a su exorbitante egocentrismo, vanidad y a su afán excesivo de ser admirado y amado por sus seguidores, y para no verse excluido de ser el centro del universo, ha manifestado que se vuelve a presentar con Beardo. No descarten ustedes que este paso atrás en su carrera de ¿artista? no se deba a que lo hayan desechado de otras propuestas para cumplir su sueño de “Mamá quiero ser artista”.
Él no se considera un político, ni cree en el sistema, y siempre que ha tenido ocasión lo ha largado por esa boquita, pero bien que se aprovecha de todo lo que la política le ha proporcionado. Si no cree en nada por lo que fue elegido ¿Por qué no ha dimitido? ¿Por qué vuelve a presentarse? Un político no es un artista, ni utiliza la política para hacer crecer su vanidad por encima del bien común.
Es un llorón caprichoso que se queja de que mientras trabaja de sol a sol, cosa que dudo porque ya saben lo mentirosos que son los narcisistas, sus compañeros de gobierno, que cada vez que ha podido los ha echado por tierra, incluso al propio Beardo, el viernes a las tres cierran su oficina y no vuelven hasta el lunes. Pero lo más patético es que repite exigiendo condiciones y Beardo, que solo lo quiere por sus votos, le ha dicho: “lo que tú quieras, mi vida”, menospreciando a sus demás compañeros y solo pensando en él. Yo, yo, y solamente yo.
Alardea de llevar un montón de concejalías, sin embargo políticamente no ha hecho nada. A Beardo le interesa que Calleja esté en sus listas: mientras este personajillo llena El Puerto de cabalgatas, Beardo esconde los problemas reales de nuestra ciudad debajo de ellas. Voten a Calleja y El Puerto seguirá convirtiéndose en un pueblo cateto.
Se cambian bolsos por votos. Populismo casposo.
Disfruten lo votado.
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