El Alambique
Alejandro Barragán
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Ahora que estamos con el frío cerremos los ojos y pensemos en la playa. Primero en la playa así en general, cualquier playa, todas las playas. En abstracto. Digo más y mejor, en los mejores días de playa de nuestras vidas. Cuando la infancia, cuando venían tus tíos de Madrid, con los amigos. Los mejores días de playa. Y luego en la playa del último verano. Sí, la playa de las piedras y los fangos. Están todavía las calvas y los fangos. Es una playa desierta y fría con piedras descubiertas y fangos a la vista. Un momento ideal para que la alcaldesa invite al responsable de Costas y le dé un paseo, que luego lo invite a almorzar, pagamos nosotros. Ya luego, el que espera desespera. Como siempre. Porque se está todavía ahí, en esta cosa de a mano o a máquina, que nos parece algo insólito pero así somos, así es España. Hasta el punto que podríamos empezar pensando que no nos merecemos Camposoto. Porque una playa virgen esplendorosa no se puede permitir el lujo de salir a la calle sin arreglar. ¿Conoces a alguna Guapa que salga a la calle sin arreglar? No digo con todos los lujos perejiles puestos, digo lavada y peinada, guapa de cerca. Pues lo mismo. Aunque viendo la maravillosa exposición que ha preparado Juan Antonio Lobato en su Galería GH 40 pensé lo mismo que con la playa: La Isla no se merece la Galería de Juan Antonio Lobato. Qué maravilla de exposición que solo los sábados por la mañana puede visitarse porque todo va a pulmón del doctor Lobato. Bien mirado esa Galería es un Museo que tenemos en la ciudad, con una obra rica, abundante y de excepcional calidad. Si se llegara a un acuerdo para que permaneciera abierta… Pero vamos, el sábado de la inauguración ni fue la alcaldesa ni fue tampoco su concejala de Cultura, que va a todas partes, es como si tuviera dos vidas. Pues no. Pero vayamos de la Galería del Parque a la playa de Camposoto, que es de donde hemos venido a estas palabras probablemente inútiles. ¿Llegaremos a las puertas del verano con lo mismo de lo mismo y esa pelea de si tenéis que hacerlo manual, tenéis que dejarme que meta maquinaria? Termina diciembre, y el año, y estamos quietos parados todavía mirando las piedras en las calvas que hacen las arenas de Camposoto y el océano ajeno, maravillosamente azul, balconcillo de la América lejana. El asunto es que Costas es de unos y Camposoto es de otros, ¿no? Es lo que da que pensar, como se ha levantado un murete entre españoles pues quién sabe. No quiero pensar que una alcaldía de mayoría absoluta no tiene fuerza para plantarse en Costas y decirles que eso tiene que arreglarse de una vez, porque la playa de San Fernando se “abre” antes del verano y la gente se la merece de otro modo. Así.
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