Pablo-Manuel Durio
Valcárcel: Se ríen de nosotros
Qué le ha gustado siempre a estos descamisados meterse con la Santa y Apostólica Madre Iglesia. Que si el tal Don Antonio faltándole al Santo Padre, que si tontos de capirotes, que si capillitas... Pues a mucha honra. Más vale orinar agua bendita que regar de moscatel las esquinas y sus cantoneras. Como una es de sueño ligero, el otro día hice el esfuerzo y me quedé pendiente de la tele porque mi amiga Encarnación, a la que he conocido en unos cursillos de integración digital para mayores que dan en la calle Zaragoza, me dijo que por fin iba a estar en el Falla el pregonero. Me hicieron los ojos chiribitas. Ya me imaginaba yo viendo salir a hombros otra vez a ese Romo Madera o a ese Fernando Pérez, con esas canas y esa mandíbula de actor de Jólibu que da gloria verlo, cuando me encontré con un tal Antoñito Molina vestido de cura de pueblo. Puaj, casi me vomito encima la sopa de estrellitas que me había preparado para tener algo caliente en el cuerpo. Y vienen de Rota. Encima. Pero si a mí la única Rota que me interesa es la del Tribunal Eclesiástico de Roma. Después de escuchar varias majaderías llegué a la conclusión de que esta fiesta de Belcebú debe estar de capa caída para nombrar vocero a un chavalito pueblerino con tan poquísima gracia.
Al meterme en la cama me consolé pensando que para pregonero bueno de Cádiz tenemos este año a José Joaquín León, un gaditano que proclamará a los cuatro vientos la Semana Santa de Sevilla, madre y maestra. Igualito vamos.
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