Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
Como en un pequeño pueblo del que nunca hubiésemos salido, nadie ni nada es extraño. Habrá algunas novedades, como en casi todos los paisajes; y habrá algunas bajas, es natural, el barro se rompe como la vida; y habrá incorporaciones: un niño que nace, una familia que llega desde otro lugar, una nueva casa, un nuevo negocio.
Pero la base de personajes y elementos principales es siempre la misma. Podrá cambiar el perfil del paisaje, por el añadido de un árbol o de un animal; podrá cambiar la luz de una casa, el número de habitantes, pero en esencia todo permanece como siempre fue.
Es una vieja familia, este Nacimiento que empecé a montar cualquier día de diciembre y con el que le alegro las fechas a mi propia memoria.
Todos los personajes tienen nombre, porque he ido poniéndoselos en función de su profesión. Por eso, al carpintero lo llamo Manolo, y a la mujer que va vendiendo un manojo de espárragos, Ana; y al carnicero, Esteban; y la posadera, Ascensión; y la frutera, Rocío; y al leñador, Manuel; y al cabrero, Diego; y al carretero, Casimiro.
Son mi pequeña familia de diciembre, y todos tienen de mi ese cariño que se tiene por algunas cosas materiales que dejan de serlo por el cariño que les tengo.
La vieja familia levanta un tierno asentamiento en un lugar de mi casa y empieza a vivir como siempre vivió. La lavandera, la costurera, el molinero, el leñador, el gañán, el hortelano.
No habrá nunca montaña como esa montaña, ni vega como esa vega. Un río con agua cruza sonoro el paisaje, y a su vera crecen olorosas ramas de lentisco que parecen traídas directamente de mi niñez.
Y allá a lo lejos, como siempre estuvieron, los Reyes, con su perfil viajero.
Y en la más humilde de las casas, el Portal, un pesebre, una mula y un buey, María, José… Y el Niño Dios.
Mi vieja familia, la misma que empezó a nacer entre mis manos y mi imaginación cuando movía piedrecitas creando un Nacimiento. La misma, porque esta familia está censada en mi alma y en el calor inocente de mis seis años.
Les deseo una Feliz Navidad.
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