Manuel Amaya Zulueta

Viva España

Más allá de lo amarillo

11 de septiembre 2024 - 03:03

Elverdadero aficionado al fútbol es aquel que le duelen las tripas y entra en depre o en mini depre cuando sus dos equipos, o al menos uno de ellos, pierde; pero ingresa en la euforia cuando ganan u ofrecen partidos palpitantes el Exglorioso o España. O el Mérida y España, da igual. Aunque el aficionado inteligente sabe disimular y manejar sus interioridades, mismo si le afecta bastante lo visto en el marcador, aunque el Nazareno (grosso modo, la procesión) vaya por dentro y no permite que este estado bamboleante de ofuscación o hundimiento o alegría llegue a molestar o afecte a su familia o su trabajo o al prójimo en general. Y la selección de España volvió a proporcionarnos esas alegrías que nos viene dando desde que tomó el timón de la nave el excelente De la Fuente, nombrado por cierto por el tontorrón del “piquito”. Menuda catástrofe formó éste con el besitín de marras.

El partido fue vibrante, de los que te hacer sufrir-gozar en muchos momentos, sobre todo cuando tras el limpio dos a cero, conseguido en un vendaval de juego del bueno dirigido por un niño más cercano a los dieciséis que a los diecisiete consigues una ventaja que parecía más verosímil que fuera en aumento que todo lo contrario. Pero en fútbol todo es posible y tras la fuerte granizada de excelente juego avasallador devino la otra cara de esta nueva religión en que se ha transformado el fútbol. Lenormand, menos hábil que el Macarti en la playa Victoria, prefirió la tarjeta roja a un gol o no, nunca se sabrá. A mi modo de ver, y quizá turbado por mi amor rojigualdo, no veo que sea red card, no. ¿Ocasión manifiesta de gol? Tampoco. Quedaban muchos metros para llegar a las redes y al excelente Raya, cada día mejor. Sólo Dios sabía lo que iba a ser, si gol o no. Pero es mejor un gol que quedarte casi todo el partido con diez en un terreno embarrado, con micótica hierba mal cortada y un equipo no demasiado exquisito, pero sí brutalmente fuerte. Mas este once de España sabe jugar bien y trabajar bien asimismo. Todos se echaron atrás, a mi modo de ver, demasiado atrás. Y sólo nos metieron un chicharito en los 53 minutos del primer periplo.

Comienza el segundo, angustioso segundo tiempo de modo similar. Centros laterales a mogollón y cabezas de “Hispania fecunda” (léase a Rubén Darío) mandando la esfera lejos del área vez y otra. ¿Habría manera de quitarse de encima el chaparrón? Parecía difícil, sí. Pero De la Fuente supo hacer los cambios exactos. Quito a Lamine, que, sin duda iría a peor en ese terreno infernal y metió músculo nuevo, descansado. El espléndido físico de Ferran podría con el légamo y, aunque no meta un gol con el F.C. Barcelona, en la selección va como un trueno, casi siempre moja. Pero antes observemos cómo con tres toques España marca el tercero. Lanzamiento largo del inmejorable Raya que domina Ferrán, pasa a un inconmensurable Fabián, que sin pararse, con una izquierda de oro le pega pegada al palo. Manda…, pensarían los suizos: llevamos una hora apretando y sin marcar y éstos con tres toques nos meten el tercero. Pero es que tres minutos más tarde Ferrán marca casi con el tobillo el cuarto. Comprendo la decepción de los fortachones de la cruz blanca.

Muy bien todo, el equipo, el seleccionador y… VIVA ESPAÑA.

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