La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
EL pasado 19 de noviembre el Boletín Oficial de la Provincia hacía público y abría el periodo de alegaciones al 'Proyecto de ampliación y consolidación del malecón de acceso al Castillo de San Sebastián (Cádiz)'. Los que nos acercamos a conocerlo dentro de aquella puesta en valor con motivo de las conmemoración del 2012 nos encontramos con la gran sorpresa de la gran transformación que iba a suponer para el entorno donde está situado; es decir, la Caleta de Cádiz. Así, los estudios aventuran una afluencia de público de 2.000 visitantes -gran temeridad para las características de aquel reducido territorio- y relacionado con el tema de seguridad en caso de evacuación y emergencia se ha proyectado y diseñado:
a) Por un lado la transformación del "camino de acceso al Castillo de San Sebastián", que no se sabe por qué motivo denomina el proyecto "malecón". Hemos de recordar que éste tiene una longitud de 600 metros entre la Puerta de la Caleta y la del Castillo. Para ello se proyectan cuatro ampliaciones laterales hacia el lado Sur, que permita el paso y alternancia de vehículos, lo que transformaría grandemente el que hoy existe, con intervenciones directas sobre el Mareógrafo. Además de dos piscinas para que se estanque el agua en bajamar, sin saberse la función exacta de las mismas.
b) Está proyectado también rehabilitar el muelle denominado 'Del socorro' emplazado tras el Castillo en la Avanzada de Isabel II. Éste se amplia y eleva un metro más en su actual altura. En el mismo atracaría un catamarán de calado de 1,5 metros con capacidad para 100 personas en cada viaje. Este hecho que a primera vista nos resulta atractivo, no lo empieza a ser tanto cuando se detallan los pormenores para poder llevarlo a cabo. Así, aquel muellecillo queda en seco en bajamar y emplazado en la mitad de la superficie de la escollera, motivo por el cual se hace imprescindible romper la roca y abrir un canal paralelo a la mencionada Avanzada del Castillo de San Sebastián que ha de tener entre 30-40 metros en la boca de anchura, con menos 2 de calado en bajamar y una longitud de 200 metros (recordemos que corresponde a una tercera parte de lo que es camino; éste se ampliaría frente al muellecillo para que el catamarán pueda maniobrar. Actuación que afectaría, implicaría y abarcaría según la misma Memoria un área aproximada de 35.000 metros cuadrados).
¿Podemos justificar la destrucción de este patrimonio natural de los gaditanos, sólo por el hecho de que se vaya a conmemorar la Constitución de 1812? Una ciudad trimilenaria tiene por supuesto muchas fechas claves en su historia y no solamente una, sin con ello querer esquivar su trascendencia e importancia. Recordemos sin ir más lejos en el 1717 cuando se le concedió a Cádiz el privilegio de ser la sede de la Casa de la Contratación que la llevó a su época de esplendor.
Esta gran agresión al medio natural, ¿da una respuesta real al problema de seguridad y evacuación?, ¿puede el arquitecto firmar ya el proyecto responsabilizándose de lo que allí pueda suceder por quedar el tema de seguridad definitivamente resuelto?,¿está con ello justificado esta gran inversión de dinero público? Frente a ello hemos de pensar que si el peligro se produjera, el catamarán sólo tiene capacidad para 100 personas, necesitando un tiempo para desembarcar y volver. Por otro lado la ocupación del camino en una pleamar ventosa en la que se diese tal situación sería altamente problemática y cualquier vehículo que ocupe aquel espacio sería más un perjuicio que un beneficio. Ayer miércoles fue un día ideal en pleamar para que los componentes de las comisiones hubiesen visitado las obras del castillo, aunque dudo si hubiesen podido traspasar la Puerta de la Caleta con el Vendaval de poniente que tenemos.
Por otro lado el proyecto no detalla el contenido programado para el 12 en el referido castillo, motivo que ha dado lugar a aquel alto número probable de visitantes. Bueno es en este punto recordar experiencias y trayectorias como las del Museo del Mar, o el de Arte Contemporáneo, el del Carnaval, o el del Castillo de Santa Catalina. Los museos, además de nombres, necesitan contenidos. En resumen, estamos a favor de la conmemoración del 12, de la restauración del castillo de San Sebastián, pero no de la agresión a su entorno natural, con la trasformación del camino de acceso del Mareógrafo y la destrucción irracional de su escollera al abrirle una brecha amplia y profunda que no ofrece justificación razonable.
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