El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Su propio afán
AYER analizaba las repercusiones internas del gesto de Rajoy de decir a Sánchez: "Usted primero" con una galantería veneciana, envenenada. (Lo ha descolocado tanto que Sánchez dice que no, que él no pasa.) Y entre las ventajas para el presidente en funciones, aún se me olvidaba una. Este movimiento táctico aumenta sus posibilidades de volver a ser cabeza de lista si vamos a unas nuevas elecciones. Sin una derrota teatralizada en las Cortes, queda en el aire que el PP fue el más votado. Pero hoy venimos a analizar el aspecto internacional de la cuestión, que no es en absoluto baladí.
Todos los países tienen unos gravísimos problemas internos y externos y, como nosotros en nuestra humilde vida privada, no llegan a todos. Mientras su hombre (el hombre del sentido común y del cumplimiento de las directrices europeas) estuviese al frente de España, no se les encenderían las alarmas, más allá de una picante curiosidad, más cercana al compañerismo que a la desazón, por ver cómo Mariano Rajoy manejaba el cotarro. Sin embargo, el "usted primero, Sr. Sánchez" tiene que haber puesto de los nervios a más de uno. Nuestra economía es muy grande (o muy mediana, si prefieren) para permitirle un tropezón y nuestro peso político tiene sus kilos como para que podamos echar un pulso a la griega y nuestra posición estratégica tampoco es para jugar con el ministerio de Defensa. Y Pablo Iglesias viene de donde viene y ha ido adonde ha ido y le han dado pasta los que sabemos.
La situación política, objetivamente, no ha cambiado gran cosa, porque los votos son los que eran y las alianzas en el horizonte siguen siendo las mismas; pero subjetivamente la responsabilidad y, sobre todo, el foco de la pista se han vuelto hacia otros personajes. Eso en España sube bastante la presión para el Partido Socialista; pero fuera, imagínense. También aumenta la responsabilidad del rey, aunque no escribiré otro artículo para explicarlo, porque ya se ponen ustedes (pueblo soberano, al fin y al cabo) en su lugar: ahora no puede seguir "el orden natural", y crece su discrecionalidad.
Hacia fuera, Rajoy consigue dos cosas con su movimiento. Uno, que nuestros socios se hagan cargo de la auténtica gravedad de la situación española y, dos, que se pongan a presionar a Sánchez desde ya. Con un Rajoy vencido, el pacto de izquierdas podría haber llegado a verse como un mal menor a la ingobernabilidad. Ahora, no.
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