Con la venia
Fernando Santiago
Pelotas y chivatos
Su propio afán
QUE Luis García Montero vaya de alcaldable por Izquierda Unida para Madrid me ha dado una gran alegría personal, entre otras genéricas. Pensará un mal pensado que se debe a que García Montero tendrá menos tiempo para escribir. Mal pensado. Primero, porque no tengo nada claro que vaya a escribir menos como edil. Segundo, porque sus libros siempre son legibles, lo que es bastante, e incluyen algún poema bueno de verdad, lo que es mucho. Y tercero, porque, si creyese que escribe demasiado, con no seguirle libro a libro, bastaría.
Espantada de un manotazo la alegría epigramática, sí me satisface comprobar que la dedicación a la poesía no te convierte ipso facto en un paria. Sirve incluso de base para una carrera política, como en el romántico siglo XIX. Hay que tener una trayectoria laureada y eco mediático, vale, pero ahí está el vate, en los carteles, de cabeza de lista. ¿Y si el PP, que no acaba de encontrar su candidato, presentase a Luis Alberto de Cuenca, qué?
Quizá vuelva el mal pensado de antes a sugerir que lo me alegra es el batacazo electoral que se va a dar García Montero. No. Lo considero, dadas las circunstancias, un acierto estratégico de IU. Pocos candidatos podrían hacer frente a Podemos y él es un tratamiento homeopático: profesor universitario y consumado retórico, como Pablo Iglesias. Joven, no lo es, pero no se le ha desprendido del todo el aire juvenil de cuando fue el representante indiscutible de la poesía más nueva. Mi interés en la supervivencia de IU es limitado, pero disfruto un movimiento audaz cuando lo veo.
¿Cuál es, entonces, esa alegría particular? El simple hecho de que Luis García Montero sea granadino y se presente en Madrid. Sufro una claustrofobia creciente con los compartimentos estancos que en España crean las comunidades autónomas, los hechos diferenciales y las denominaciones de origen. Ganamos todos cada vez que se rompe un peaje de localismo o regionalismo. Para mí es una fiesta continua que la alcaldesa de Cádiz sea una montañesa, tan campante.
Llevo 20 años disfrutándolo. El ex alcalde de Madrid Álvarez del Manzano nació en Sevilla, pero era madrileño. García Montero es granadino a más no poder, desde el acento a la sentimentalidad, así que fantástico. La melancolía me insta a preguntarme si podría presentarse en Bilbao, en Barcelona o en La Coruña, pero me dejo de hipótesis tristes. Toca celebrar su aventura madrileña.
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