En tránsito
Eduardo Jordá
Sobramos
Desde mi cierro
Ayer, Álex, cuando estuvimos, se me vinieron como a ti, tantas cosas. Te encontré formidable, muy hecho y dominador de aquello que dicen "las tablas". Ya no eres ese chavalito que conocí a principios de los noventa en el Instituto "Isla de León", tu "tuto", como decías. Ese jovencito inquieto y con muchas ganas, que te gustaba tanto el teatro, y que junto a otro recordado alumno, Monchi, que lo veo de vez en cuando, creasteis y levantasteis el taller de teatro de este Centro, un verdadero pionero en esto, como en tantas cosas. Recordé ayer tus visitas constantes y hasta a destiempo, porque tu interés por aquella incipiente afición era imparable, al despacho del vicedirector en el que yo me encontraba, encargado de todos los asuntos extraescolares. Entrabas por allí como "Perico por su casa" y ya se apreciaba en ti lo que después has sido y lo que te queda.
Ayer, al presentarte al grupo de alumnos que te esperaba impaciente y ávido por conocerte en persona, releí tu trayectoria profesional y, a pesar de lo poco que llevas, me pareció larguísima. Porque tú no sólo eres un buen actor, sino un gran artista. Magnífico estratega de todo aquello que se represente delante de un público, como tu afición desde siempre a la música, y si no, ahí está esa "Banda de la María" con la que tanto disfrutas.
Pero, el motivo mejor de esta reseña es, querido Álex, que desde el claustro de tu Instituto, queremos agradecer no sólo tu presencia sino la lección que nos has dado. Pues tu intervención ante esos alumnos, ha servido sobre todo para decirles que para llegar es fundamental y preciso haber aprendido y haber estudiado. Esto que los profesores tanto reiteramos, y que de poco sirve, pero que, sin embargo, al decirlo tú, seguro que ha calado.
Estoy seguro de que para ti este reencuentro ha sido inolvidable. Te emocionaste al pisar ese escenario de tus principios, tan conocido y tan cercano para ti, posiblemente el primero de tu vida, porque habrás sentido un pellizco muy dentro por todo aquello que aquí dejaste. Con tu elegancia, tu profesionalidad y tu entrega nos has llegado a todos. Yo te conocía desde entonces, hoy, después de algún tiempo, te tengo como un amigo. Álex, gracias de nuevo, y no te olvides nunca de tu Isla ni de tu Instituto. Mucha mierda.
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