Con la venia
Fernando Santiago
Pelotas y chivatos
Su propio afán
LA creación del Área Animalista de Izquierda Unida de Jerez parece noticia menor, pero trae cola, naturalmente. Desde la perspectiva política, implica cierto mimetismo con los modos y modas de Podemos, ese polo magnético para la izquierda. No se trata sólo del animalismo en sí mismo, sino de la existencia de áreas, que replican los famosos círculos. Lo propio de IU era ir a una, no esta turba comanche de todos en desorden, cada cual voceando lo suyo.
Desde una perspectiva filosófica, supone el abandono de los últimos retazos marxistas. En el ecologismo hay un componente espiritualista, que roza el panteísmo o la Pachamama. Lo cual es contradictorio de plano con el materialismo histórico. Por animista, y también porque la naturaleza no tiene historia o porque es, si nos ponemos estrictamente históricos, un tanto reaccionaria. No olvidemos que los primeros conservacionistas fueron los conservadores. Si Lenin levantase la cabeza, le daba otro embalsamamiento al ver lo que sus herederos más o menos legítimos postulan.
Desde una perspectiva sociológica, estamos ante un síntoma del proceso de urbanización de Jerez. Es impensable que a una sociedad agrícola o con un contacto mínimo con la naturaleza le dé por el animalismo. Esta ideología es flor de asfalto, a la sombra de los dibujos animados de Disney.
Desde una perspectiva personal, aun creyendo que el animalismo es una doctrina errónea, me despierta vagas simpatías. Existen equivocaciones que nos repelen y otras que nos divierten. Los animales no tienen derechos fundamentales, pero los seres humanos tenemos el deber esencial, por respeto a nuestra dignidad, de portarnos lo mejor posible con los animales. Que se nos recuerde, aunque sea desde un planteamiento de fondo tan discutible como beligerante, se agradece.
Por último, también cabe la perspectiva esperanzada-epigramática. Hay derechos humanos que están desamparados como cachorros. Los animalistas sostienen "la relación de semejanza [del hombre] con la de otras especies de nuestro entorno". Semejanza que, en numerosos casos, salta a la vista, desde luego. Aprovechando el parecido, sería fantástico si el animalismo, de un modo indirecto, diese también la batalla por los derechos animales del hombre, mamífero al menos como el que más. Con que se interesasen por los fetos humanos lo mismo que por los huevos de águila ya me daba yo con un canto en los dientes.
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