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ME pregunto a veces por el sueldo de los asesores del presidente, por su número, por sus horas de trabajo y por la materia de sus consejos. No hallo respuestas. Mariano Rajoy tiene un defecto lingüístico, como se habrán dado cuenta. Cuando quiere ponerse enfático y hablar de obligaciones, usa el "deber de" + infinitivo, que señala probabilidad, confundiéndolo con el "deber" + infinitivo, que indica una obligación. Es un error popular (no del PP, sino común), pero queda feo en el primer político del país. Y sobre todo manda un mensaje subliminal. ¿Para Rajoy los mayores deberes son apenas materia de duda? Los asesores deberían corregírselo: por la sintaxis y por el subconsciente.
Con todo, me chocaron más de su entrevista con Gloria Lomana los argumentos para convocar elecciones el día 20 de diciembre. Recuérdenlos: "La razón es que, si fueran el 13 de diciembre, tendríamos que constituir el Parlamento prácticamente en plenas Navidades. Así hay un poco más de margen, hay hasta el 14 de enero. Por tanto podemos aprobar los presupuestos, hacer las elecciones y luego tener un margen para, después de las fiestas, constituir el Parlamento".
Asesores, asesores, ¿dónde andáis? No resulta serio que a la hora de convocar unas cruciales elecciones generales, donde todo está en el alero, desde la recuperación económica a nuestra estructura constitucional, el criterio para elegir la fecha sea pasar unas fiestas tranquilas. Algún asesor tendría que avisarle de que el desprestigio de la política se alimenta de gestos así. Aspirar a vacaciones de profesor teniendo sueldo de ministro es abarcar demasiado, sobre todo cuando se da la impresión de que se vive como un rentista. En el caso de Rajoy es más sangrante, si cabe, pues su fama (seguramente inmerecida, pero fama al fin y al cabo) es de indolente. Y va a televisión y justifica su convocatoria por la conveniencia de tener "margen después de las fiestas".
Algunos ven en la fecha una oculta intención electoralista. En navidades priman los sentimientos familiares, conservadores, el consumo y la paga extraordinaria. Reinará entonces una tendencia general a no hacer extravagancias. Las revoluciones deberían de ser más primaverales. Como teoría, suena a maquiavélica de más, pero, como explicación, la hubiese preferido. Demuestra, al menos, iniciativa. Como asesor, se la habría aconsejado. O cualquier otra distinta a la vacacional.
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