El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Su propio afán
LA próxima campaña, a la que llegaremos exhaustos, será fundamental. Suele ocurrir: el cansancio es un inoportuno indicador de trascendencia. Ganaría quien lograra transmitir esa importancia, haciendo un discurso más responsable y menos exculpatorio. Pero no van por ahí, sino al reproche mutuo, para que las rencillas movilicen al personal.
Aún más: asistiremos a una especialización de la rencilla. Ha empezado por el flanco izquierdo, siempre más revoltoso que el derecho. Iglesias se ha propuesto el sorpasso al partido de Sánchez y éste sabe que su contenido mínimo para aprobar el curso es evitarlo. Garzón puede hacer de ganzúa.
Este planteamiento tiene morbo para los espectadores. Adquiere dimensiones de evento deportivo. El bipartidismo va a resistir cambiando de género: pasando de dos partidos a dos partidas, una por la izquierda y otra por la derecha. La regata electoral, que se pretendía olímpica, de todos contra todos, se ha convertido en una match race como las de la Copa América en la que dos barcos se marcan, mirándose con el rabillo del ojo y quitándose el viento mutuamente. En la primera manga, el PSOE y Podemos. "Habrá sorpasso o no habrá sorpasso,/ pero yo passo", se dirán bastantes votantes que sientan curiosidad, sí, pero no se sientan vinculados sentimentalmente a un partido o al otro.
Porque, aunque Sánchez haya resistido a los cantos de sirena de Podemos atándose al mástil de Ciudadanos, tampoco ha parado de afirmar que es mucho más lo que le une con Iglesias que lo que les separa, que era la letra de tango del canto de la sirena con coleta. O sea, no se lanzaba al agua y a las rocas, pero tarareaba el estribillo. Las diferencias entre ambos programas, siendo esenciales, no terminarán de convencer a mucha gente de que nos jugamos nada especial en el resultado de ese pulso entre zurdos (aunque nos lo jugamos, como explicaré mañana). Se percibirá como asuntos internos de la izquierda, como un pulso de familia, quizá no de hermanos, pero sí de primos.
En la derecha todo se mueve más lentamente con Rajoy en el eje inmóvil, pero sucumbirán a un cainismo paralelo, y Rivera apuntará a Rajoy y Rajoy a Rivera, duelo bajo el sol. Los resultados, punto aquí, diputado allá, van a ser muy parecidos: los trasvases a diestro y a siniestro afectarán poco al peso relativo de las alianzas posibles. Y vuelta a empezar. O no, pero eso lo veremos -como digo- mañana.
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