Enrique / García-Máiquez

¿Por qué?

Su propio afán

17 de abril 2016 - 01:00

SEGÚN José María Pemán, ésa es la pregunta que nunca puede hacerse a una obra de arte. Si alguien, ante un poema, un cuadro o una obra de teatro, pregunta "¿por qué?", estamos listos. El arte tiene que explicarse solo, por su propio esplendor. No es el caso de la política, que tendría que responder a todas las preguntas: al cómo, al qué, al dónde, al quién… Que se lo pregunten a Soria, si no. Pero la clave es el por qué.

Lo he comprendido al oír a Pedro Sánchez explicar por qué es republicano: por tradición familiar. Vaya. Por tradición familiar sería natural ser monárquico o, más aún, carlista, pero ¿republicano? Sostener la transmisión hereditaria de un republicanismo que repudia la transmisión hereditaria choca. Aunque para disculpa de Pedro también chocan (contra la realidad de la institución) los principios por los que muchos son monárquicos: por el ahorro o por el 23-F.

Viendo lo clarificador que resulta el por qué de cualquier postura, lo haría pregunta oficial en todas las entrevistas. Entenderíamos mejor a los personajes y a las personalidades. Fíjense en el porqué de Foxá: "Soy conde, soy gordo, fumo puros; ¿cómo no voy a ser de derechas?". Es, de paso, una frase redonda, porque los reaccionarios se ríen sarcásticamente; los de izquierdas, con superioridad moral; y los de derechas, cínicamente: o sea, todos contentos. (Los de centro, por su parte, se pondrán a régimen.)

Miguel d'Ors escribió un estupendo epigrama sobre el asunto: "[…] Andrés se hizo fascista por profundos/ motivos de peinado,/ Yvonne marxista porque las milongas/ de los Quilapayún, Pedro bakuninista / por Margarita, Plácido católico / por afición al órgano (en el mejor sentido),/ Giambattista se hizo socialista / dicen que por la rima, Doña Pura/ testigo de Jehová por una minipimer, /Juan y Pedro mormones por razones / de estricta sastrería./ […]"

Entre tantas razones, hay que reconocerle a Sánchez el mérito de la falta de originalidad: la razón genealógica es la más corriente. Donde menos se espera salta la liebre de la legitimidad. ¿No presume Pablo Iglesias de pedigrí revolucionario, de limpieza de sangre roja? Ya notó Chesterton que todos los niños exigen cuentos de caballeros y princesas, no de diputados y secretarias generales. El imaginario medieval es eterno. Con todo, mi duda más acuciante es por qué Soraya Sáenz de Santamaría y Cristóbal Montoro se hicieron del PP. ¿Se sabe?

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