La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
De poco un todo
SI critico al PP, no es para que me recompense, aunque podría suceder, si me ensañase lo suficiente. Pero como lo critico en nombre de muchos de los principios de sus votantes, no hay peligro: siempre disfrutaré de su desprecio. ¿Se han fijado ustedes en la rabia con que los populares persiguen a los suyos? Un significado cargo canario se ha manifestado en Twitter dispuesto a ejercer la legítima defensa contra cualquier escrache que acose a su familia. El partido lo ha suspendido de inmediato. Cierto que su expresión era un tanto tabernaria, pero es que Twitter es la taberna 2.0 por antonomasia. El PP podía haber disculpado el tono como una influencia del medio sobre el mensaje o como una explosión frente a tanta presión, y haberlo amparado. Lo tiró por la borda. A un general que habló del deber constitucional de las Fuerzas Armadas de defender la integridad nacional lo han retirado ipso facto. El desapego y la desconfianza hacia símbolos del partido o líderes carismáticos como el mismísimo Ortega Lara, Santiago Abascal, María San Gil, Alejo Vidal-Quadras o Esperanza Aguirre son tan comunes que resultan sistémicos. De los movimientos antiabortistas o de los defensores de la libertad de enseñanza, mejor cuanto más lejos.
En cambio, qué reverencias a Pérez Rubalcaba, interlocutor constante de Rajoy, sagaz hombre -dicen- de Estado. Para ganarse al PP, atacarlo. O a sus principios. Miren los miramientos que se gastan con Mas, y compárenlos con el trato a los presidentes de comunidades del PP.
Hubo un tiempo en que pensé que se trataba de un afán por posar de centristas, pero parece aún peor. ¿No estamos ante la muestra de un profundo autodesprecio o de una inseguridad patológica de la derecha política española? Tendrían que hacérselo mirar.
Y aunque su salud psicológica no les importe ni el respeto a las ideas de sus votantes, podrían caer al menos en que su actitud convierte en un negocio mollar vituperarles. Se matan dos pájaros de un tiro: se gana uno el aprecio de los enemigos del PP, que saben agradecer los servicios prestados, y se gana uno el embobamiento del PP, que siempre premia las sevicias prestadas. La autodenominada gente de la cultura lo ha visto claro y la prensa socialdemócrata, y actúan en consecuencia. Los nacionalistas se aplican el cuento con fruición y alta rentabilidad. Y dentro de nada empezarán los guiños a los del escrache. Los veremos.
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