Enrique García Máiquez

Bífidas de verano

Su propio afán

05 de agosto 2015 - 01:00

DICHOSOS los tiempos en que las noticias se tomaban vacaciones. Los periodistas de guardia podían dedicarse a las serpientes de verano, como se llaman, con perdón, en honor quizá a Nessie, el monstruo del Lago Ness, que asomaba fugaz pero también providencialmente cuando menos información había. Lo mismo, los alienígenas y el Yeti, compadecidos de los becarios de la prensa.

Se acabó. Antes pasa la ola de calor que remite la presión informativa. Incluso las noticias playeras, en teoría tan frívolas, vienen calentitas con lo de las barbacoas. Y el estado de los jardines -asunto más lírico no hay- levanta su maleza tanto en Cádiz como en El Puerto. La política nacional está aún más salvaje. Repasemos: el asombroso nombramiento de José Ignacio Wert como embajador de España ante la OCDE, el del sobrino de Manuela Carmena, don Luis Cueto y Álvarez de Sotomayor, como presidente del Ifema, la decapitación de Antonio Miguel Carmona y la convocatoria de elecciones de Artur Mas, terceras autonómicas en cinco años, que en referéndums parece que los catalanes no ahorran. Dicen que esta vez son para la independencia, nada menos.

Trae agosto en su primera semana, pues, casos de amiguismo, de nepotismo, de encarnizadas luchas internas y hasta de desafío máximo a la Constitución y a la integridad nacional. No creo que quepa más intensidad política ni en tres otoños calientes. Esto parece un guión apretado de la serie House of cards.

Cada caso tiene su enjundia. Por ejemplo, qué interesante hacer cábalas sobre por qué Rajoy toma una medida tan torpe en términos de imagen como premiar a Wert con una prebenda casi feudal. Mi cuarto a espadas es que Wert se batió el cobre en educación y en cultura y contra el nacionalismo, y le dejaron más solo que la una. En parte, por la admiración que los cobardones tienen al valiente y, en parte, por cargos de conciencia, Rajoy sale ahora con este premio intempestivo.

Pero, para disimular, lo hace en vacaciones. "Estival y con alevosía", ha definido Carmona su cese. Se puede aplicar a todo lo que ocurre. Lo más grave no es lo que pasa, sino cuándo está pasando. Y que seguirá pasando: mucho "Oh, el pueblo, oh", pero, en cuanto pueden, le cogen la espalda. Hay un intento de burlar a la opinión pública con tanto concentrarlo todo ahora que andamos distraídos. Es un propósito bífido, poco democrático. Este año las serpientes de verano son venenosas.

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