Luis Ben

Cádiz y su potencial

27 de julio 2016 - 01:00

NO queda mucho y parece ser que la actividad bulle, veremos en qué queda tanta ebullición aunque tratemos de no ser pesimistas esta vez. Y es que el 12 de mayo del año próximo se cumple el trescientos aniversario del traslado a nuestra ciudad de la Casa de Contratación. Una efemérides histórica sin duda significativa lo que fue un salto en la modernización de la ciudad y su inserción en el mundo de la época. No es que estuviera fuera de él ya que por el contrario era una ciudad posicionada, sino que supuso su inclusión en las redes de distribución de riqueza y conocimiento de la época, una incorporación con pleno derecho y voz propia.

Es este hecho el que me interesa destacar, no tratarlo como un simple acontecimiento sino contemplarlo en lo que Braudel denominada el tiempo histórico largo. Cádiz fue siempre una ciudad marítima, no le quedaba otra, tanto que sus propios fundadores llegaron por mar y no por la tierra. Por esta causa es considerada como una ciudad mediterránea, por su fundación y por los lazos que establece desde entonces con un mundo mediterráneo más desarrollado y civilizado.

Pero la geografía de Cádiz la empuja al Atlántico, al océano del que le empiezan a llegar incluso sus peores enemigos. El descubrimiento del nuevo mundo hacen variar su posición de ser simplemente una plataforma para el salto hacia norte de África a, ampliando su potencial, ser puerta de entrada y salida hacia las tierras americanas.

El traslado a la ciudad de la Casa de Contratación en 1717 no hace sino confirmar la buena posición atlántica de Cádiz como lugar de encuentro entre el mundo mediterráneo, la Europa atlántica y occidental y, por último, con la propia América. O si lo prefieren podemos hablar de cómo la ciudad se posiciona en la globalización de la época, en un mundo que ya se encuentra conectado casi al cien por cien. Hablamos por supuesto de una globalización mercantil en el siglo XVII en comparación con la globalización digital y financiera de nuestro siglo XXI. En aquellos tiempos eran los mares y la tecnología naval quienes servían para el trasvase de riquezas y conocimiento, hoy son las redes digitales las que transportan tanto el conocimiento como el valor financiero. En los dos casos con no pocas maniobras especulativas y una explotación injusta de los recursos nada despreciables.

En ambas situaciones podemos identificar análogos mecanismos en el proceso de globalización. Salto tecnológico, una clase emergente, nuevos espacios por explorar y explotar, aumento de los flujos de riqueza material y una difusión multiplicada del conocimiento sobre todo de nuevas ideas.

Y mientras en el siglo XVIII Cádiz estaba en el sitio adecuado, en la posición correcta, con la gente preparada para el cambio y supo aprovechar la oportunidad, no podemos decir lo mismo de estos momentos de nuestro siglo mutante. El traslado de la Casa de Contratación no deja de ser más que la constatación de derecho de algo que ya funcionaba en la práctica, que nuestra ciudad estaba mejor posicionada geográficamente para asumir la función de control en el comercio americano. No es un hecho casual ya que durante los doscientos años anteriores tuvo que enfrentarse y superar su principal debilidad, la indefensión ante enemigos exteriores. Toda la trama de murallas que nos han llegado a la actualidad son el fruto de un enorme esfuerzo económico para hacer de la ciudad una plaza inexpugnable. El sitio napoleónico entre 1810 a 1812 así lo demuestran, Cádiz era inexpugnable por tierra mientras controlara el mar, el océano. Al igual que un ejército contemporáneo que será eficaz entre otras cosas mientras no sea hackeado, o sea que no lo expulsen de la red.

De aquella ciudad tributaria del océano para la acumulación de riqueza y conocimiento, del puerto que ocupaba un lugar central en las redes comerciales de un mundo globalizado mercantilmente, de una ciudadanía dirigida por una burguesía ilustrada, políglota y técnicamente eficaz ¿qué nos queda? ¿existe algo similar en el Cádiz actual? Mucho me temo que poco o nada, que desgraciadamente hoy en día Cádiz está peor posicionada que en aquellos días.

Un reciente diagnóstico de la ciudad realizado por una iniciativa ciudadana, Plan C, nos devuelve una fotografía desesperanzadora. Nuestras carencias son aun enormes de cara a considerarnos una sociedad capaz de insertarse en el océano de la globalización digital. Los niveles educativos, esenciales para construir una sociedad digital avanzada, están en valores más que bajos y con un fenómeno que lo agrava, la fuga de talento. Nuestro tejido empresarial es débil y con problemas para salir al exterior. Tenemos una limitada capacidad de generación y uso de conocimiento. Hay más problemas y carencias pero con estos ya tenemos para entretenernos en la búsqueda y aplicación de soluciones. Por el otro lado lo que se puede afirmar es que somos algo así como la ciudad en potencia. Tenemos un gran potencial turístico, un gran potencial patrimonial, potencial creativo, potencial cultural, potencial geográfico, etc. Pero ni hacemos mucho por atajar los problemas ni por desarrollar las potencialidades. Y nuestro primer fracaso lo tenemos en el entorno inmediato, ¿cómo vamos a insertarnos en las redes globales si somos incapaces de articular la más inmediata y perentoria? ¿Cuál? Pues la red de ciudades que conforman la Bahía de Cádiz, no hemos pasado de una débil mancomunidad de municipios. No podemos aspirar a ser nuevamente una ciudad oceánica si ni tan siquiera somos una red local en la Bahía de Cádiz.

El futuro tiene un largo camino que recorrer, la vuelta a ser algo en el mundo global, la posibilidad de ofrecer a los ciudadanos y ciudadanas unos estándares de vida dignos y sobre todo oportunidades para su desarrollo material e intelectual. En las condiciones actuales estamos muy lejos de ello, precisamos un cambio de mentalidad radical. Un cambio tan enorme como aquel que de ciudad mediterránea nos transformó en ciudad oceánica. Pero no olvidemos que en su momento se precisaron doscientos años de fortalecimiento, murallas defensivas, para estar en las condiciones óptimas que hicieran del traslado de la Casa de Contratación un hecho irreversible.

No creo que sea preciso tanto tiempo pero es claro que si no empezamos nunca acabaremos. Me gustaría ver a Cádiz transformada de nuevo en una ciudad oceánica, espero vivirla.

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