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Carnet de conducir

Su propio afán

21 de abril 2016 - 01:00

ESQUERRA Republicana ha presentado una proposición de ley para que se pueda votar a partir de los 16 años. PSOE, Podemos, DiL, Compromís, IU y Coalición Canaria han corrido a sumarse. PP y Ciudadanos, no. Pero mandan los números y, si no se disuelven las Cortes para las nuevas elecciones, saldrá adelante.

La inspiración intelectual viene de Europa, que aconseja bajar la edad del voto para contrarrestar el envejecimiento demográfico, que se traslada al censo electoral. Lo que se nota, por ejemplo, en los continuos guiños electoralistas a los jubilados. Se pretende que la juventud mantenga algún peso en política. Pero esto no es más que un parche para ir tirando unos años. Al problema demográfico alguna vez habrá que mirarlo de frente.

Los motivos implícitos de ERC & Cía. son, se asegura, electoralistas, porque el voto joven va a la izquierda y al nacionalismo. Que esto se dé por sentado debería hacer saltar todas las alarmas en el PP, si estuviesen a lo que deberían estar. ¿Se orienta a los jóvenes desde la educación? ¿Y desde los medios?

A mí me pasma la inacción del PP, que no sale al contraataque jamás. Negarle nada a nadie resulta terriblemente antipático en esta sociedad donde el derecho humano fundamental es a tener derecho, no importa a qué. Decir que "no" suena muy mal. Los de C's, al menos, han tenido la agilidad de negarse por elevación, remitiendo a la reforma completa del sistema electoral que ellos postulan: mayor proporcionalidad, desbloqueo de listas electorales y primarias y debates obligatorios.

La mejor solución hubiese sido argumentar que no es un problema de edad, sino de formación y de interés. Yo habría propuesto el carnet de votante, que podría sacarse a partir de los 16, sí, con un sencillo examen. Ya presentarse demostraría las ganas efectivas de participar. Luego, se preguntaría lo elemental sobre la historia de España, el Estado de Derecho, el déficit público, la división de poderes y la Constitución. Podría incluso imitarse el sistema por puntos, que se perderían por delitos y faltas, y que resultaría aplicable a todos los votantes, no sólo a los nuevos. Si hace falta un carnet de conducir para llevar un coche, qué menos que otro para conducir -con el volante del voto- una nación. Se podrá criticar la complejidad de la puesta en práctica de esta medida, pero no la teoría. Tomarse más en serio a la juventud y a la democracia, imposible.

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