Cambio de sentido
Carmen Camacho
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Su propio afán
CON independencia de cómo se resuelva la situación -si entrada en bloque, con cuentagotas o de ningún modo-, ya hay algo sorprendente en que el Partido Andalucista llame a la puerta de Ciudadanos buscando un techo tras el desahucio de sus siglas en su próximo y último congreso. Los errores del andalucismo en todos estos años se están explicando muy bien y con la oportuna melancolía, aunque quizá no tanto el esencial, que es la feliz falta de sentimiento nacionalista de los andaluces. La losa que el andalucismo no puedo levantar está en esta frase de Antonio Machado:
"De aquellos que dicen ser gallegos, catalanes, vascos, extremeños, castellanos, etcétera, antes que españoles, desconfiad siempre. Suelen ser españoles incompletos, insuficientes, de quienes nada grande puede esperarse.
Según eso, amigo Mairena -habla Tórtolez en un café de Sevilla-, un andaluz andalucista será también un español de segunda clase.
-En efecto -respondía Mairena-: un español de segunda clase y un andaluz de tercera".
Eso sí, con la simpatía que nos producen los fracasos nobles y las causas perdidas, hay que reconocer que el andalucismo ha dado políticos serios, políticas responsables y militantes comprometidos.
Lo sorprendente es que hayan ido a pedir asilo político a Ciudadanos, precisamente, esto es, a un partido que se identifica por su alergia absoluta a cualquier veleidad nacionalista. El hecho nos muestra hasta qué extremos el andalucismo ha diluido su propia esencia o ha interiorizado la lección del Juan de Mairena de Machado. Su práctica, en la que el PA fue asumiendo un papel de bisagra entre el PSOE y el PP, se ha impuesto a su teoría.
Aunque el hecho también resulta significativo para Ciudadanos. Puede que lo que no haya llegado con claridad sea su anti-nacionalismo, su recelo al regionalismo e, incluso, sus intenciones de ordenar el autonomismo desbocado. Pero si eso no ha calado lo suficiente y es su básico elemental, ¡imaginemos lo demás! Cierto que en Andalucía los difusos márgenes ideológicos de Ciudadanos han sido aún más emborronados por Juan Marín, siempre tan escorado al lado de Susana Díaz -su tolerancia con los imputados de la Junta choca con el teórico espíritu de su partido- y de una trayectoria pasada zigzagueante. Quizá esas holguras ideológicas hayan alentado las esperanzas de los andalucistas, aunque al votante tipo de Ciudadanos lo normal es que le espanten.
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