Enrique García Máiquez

Clavadito

Su propio afán

10 de agosto 2015 - 01:00

LA primera impresión al pasar la página del periódico y ver la foto del cuadro y el titular al sesgo es que la restauración del Ecce Homo de Borja, realizada por la señora Cecilia Giménez Zueco, había conocido una repentina revalorización (26 millones y pico de euros) y que el párroco del Santuario de la Misericordia de Borja había decidido hacer caja, vía Córcega. Luego, leyendo la letra pequeña, veo que el cuadro es un Picasso, titulado "Cabeza de una mujer joven", y que el propietario es Jaime Botín, nada menos. Vuelvo a mirar los cuadros -qué cara, qué gesto-, y son clavados.

Por lo visto, el Estado español no deja sacar la obra de España y Botín (como banquero que es) se empeña. Supongo que en condiciones normales tendríamos que hacer una sopesada reflexión sobre el derecho de propiedad y hasta qué punto el Estado puede prohibir a un particular que compró con su dinero un cuadro que lo saque de nuestro país. Por una parte, hay que defender nuestro patrimonio artístico, claro, pero quizá medidas tan coercitivas, que empujan al contrabando y a pasar por Córcega y a recalar en Suiza, desalienten la inversión en arte. Sobre esto reflexionaría yo si estuviese repuesto del parecido entre el Picasso y el, digamos, Giménez Zueco.

Por ahora no puede uno sacudirse la sospecha de que lo que vale la pasta ¡y tanta! es la firma de Picasso. Es un caso extremo, desde luego: de una millonada al hazmerreír de medio mundo, y todo en el estrecho margen de un parecido notable. Que sea un banquero con un olfato internacional para las buenas inversiones el que esté detrás de toda esta movida no hace sino subrayar más aún el aspecto mercantilista de la firma de Picasso, como si fuese la de un cheque con fondos, muchos fondos.

No niego que esta reflexión mía resulta bastante cateta. Pero es que me he quedado con la boca abierta comparando las dos obras de arte. Para salvar el prestigio que me quede, podría intentar hacer una interpretación menos sanchopancesca y más sesuda. El cuadro de Picasso pertenece al periodo de Gósol, donde el genial pintor estaba particularmente influenciado por la plástica del arte ibérico. Lo cual podría darnos pie a pensar que la buena señora Cecilia entroncó en su minusvalorada restauración con una veta ancestral e inconsciente de las esencias patrias. Si así, el ministerio tendría que prohibir también la exportación del Ecce Homo de Borja, qué cosa.

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