Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Su propio afán
SI ayer cuestionaba tanta dependencia económica de las administraciones, hoy quiero hablar de la dependencia intelectual y el esnobismo de los reconocimientos oficiales que impera. Me dará pie el expediente incoado por la Junta para declarar Bien de Interés Cultural a las zambombas de Jerez y de Arcos, que ha caldeado el ambiente.
Ambos gobiernos municipales protestan de la terminología empleada. Les parece demasiado frívola, aunque llamar "ritual" a la zambomba se me antoja todo lo contrario, lo que es peor. Los políticos hubiesen preferido "manifestación popular y espontánea". En lo que estoy de acuerdo del todo con ellos es en que hablar de "profusas prácticas de sociabilidad y comensalismo colectivo" para describir la zambomba suena a zumba o sorna.
Otra vertiente de la polémica es si puede llevarse un expediente conjunto para Arcos y Jerez o habría que hablar más de la frontera y abrir dos expedientes. Antonio Murciano, el poeta arcense, que sabe de lo que habla y canta, defiende la íntima relación entre las dos fiestas navideñas. Los sendos ayuntamientos, en cambio, defienden sus hechos diferenciales, faltaría más. En esta dimensión más ontológica, yo no me meto, porque no sé.
Sí considero de justicia poética (por lo penal) la jerga administrativa del expediente incoado, que se las trae. De veras, ¿qué necesidad tenía la zambomba de que la Junta de Andalucía le reconociese nada? ¿Será más buena, tendrá más interés o hincará más hondo sus raíces culturales porque el expediente acabe en una declaración de Bien de Interés Cultural, con tan pomposas mayúsculas? Padecemos una variante de la titulitis que aspira con ansia a cualquier tipo de declaraciones oficiales y reconocimientos de papel timbrado para los días, los años, las ciudades, las fiestas, los monumentos…
Claro que si eso justifica algún tipo de ayuda presupuestaria, entonces me callo. Pero yo no me fiaría. En 1999 nombraron BIC al pobre Vaporcito del Puerto y ahí está, hecho un zombi, abandonado en los desolados astilleros del Guadalete.
Habría que leer ahora el expediente de entonces, lleno -me temo- de grandilocuentes declaraciones. Ir a Cádiz en Vapor, ¿sería considerado también un ritual? Saludar desde la borda a los otros barcos, ¿era "llevar a cabo profusas prácticas de sociabilidad"? Sacar una tortilla de patatas y media botella de fino y convidar, ¿fue alguna vez "comensalismo colectivo"?
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