Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Conspiración?
Su propio afán
Dejando aparte el follón futuro de los pactos, que nos van a entretener mucho, las elecciones nos han dejado un pequeño puñado de cosas buenas. Empecemos por lo más espectacular. Parece que el uso del "andaluces y andaluzas", "ciudadanos y ciudadanas" está comatoso. Los políticos apenas lo han perpetrado de un modo testimonial, sin ralentizar el discurso a cada paso y a cada pasa como se pretende que hagamos los funcionarios en nuestros papeles. También ha cundido cierto alipori del esnobismo inverso y se ha vuelto risible presumir con fines electoralistas de empleos humildes de los padres. Ojalá devenga en un sano orgullo de todo oficio o trabajo bien hecho, con independencia de su fotogenia demagógica.
En el plano de los líderes, tampoco estamos mal. El desinfle de imagen de Susana Díaz, aunque no de su tirón electoral relativo, le cierra las puertas para una inmediata aventura madrileña por aclamación y la obliga a gestionar por fin para reconstruir su liderazgo. Una gestión eficaz es, justamente, lo que Andalucía necesita como el comer. Aunque le haya ido fatal, Maíllo ha demostrado talla; y a Moreno Bonilla no le ha ido mejor, pero se ha hecho, si aguanta el chaparrón de estos días, un halo de líder regional. Y si tiene (tienen) paciencia…
Podemos no ha roto la baraja, como se temían tantos. Simplemente ahí está, reflejando una desafección ciudadana de la política y del sistema que tenía que tener su paradójico reflejo institucional. La aparición de Ciudadanos demuestra que ese cansancio también puede canalizarse modernamente. Aunque se queda fuera, Vox ha roto un tanto el cerco mediático en estas elecciones.
La derecha está construyendo un partido serio, de peso intelectual (véase su lista en Sevilla). Defendía aquí Pablo Bujalance que el arco político necesita un equilibrio ideológico entre izquierdas y derechas. Vox tal vez esté llamado a conseguir esa simetría, pero tendrá que ser en el futuro. Se queda de Vox en el desierto, ¿aguantará la travesía del ídem?
Aunque parezca mentira también los mensajes y las promesas han tenido su interés. Unánimemente se ha reconocido la injusta situación fiscal de Andalucía, con el Impuesto de Sucesiones, desde luego; y con los otros. La educación ha salido al menos algo en todos los discursos y debates. Por último, se ha demostrado que puede haber una política autonómica propia e intensa sin necesidad de nacionalismo.
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