El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
Superioridad femenina
La firma invitada
VINIENDO de anochecida desde Los Barrios hacia Jerez, por la A-381, el viajero divisa a lo lejos, en el horizonte, donde hasta hace no mucho tiempo solo había quietud, un sinfín de lucecitas que se encienden y se apagan, y que crean en su mente la ilusión de que se dirige hacia una gran infraestructura aeroportuaria o petrolífera. Sin embargo, cuando se acerca más, el viajero desprevenido comprueba su error. Las señales luminosas pertenecen a los muy numerosos molinos de viento -gigantes, éstos de verdad- que las compañías eléctricas han instalado en la zona en los últimos años y que, a mi juicio, han venido a destrozar el maravilloso paisaje de la Janda interior.
En un principio fue Tarifa la que se vio invadida, sin orden ni concierto, por un sinfín de aerogeneradores de pequeño tamaño, que vinieron a perturbar gravemente el grandioso espectáculo natural del Estrecho. Más adelante, las grandes compañías eléctricas comenzaron a interesarse por el resto de la provincia como fuente generadora de ingresos a través de la energía eólica. Fue entonces cuando las autoridades decidieron paralizar la instalación de nuevos parques hasta la elaboración de los correspondientes instrumentos comarcales de planificación.
Fruto de estos trabajos fue aprobado en mayo de 2003 el llamado Plan Especial Supramunicipal de Ordenación de Infraestructuras de los Recursos Eólicos en la comarca de La Janda, en cuya redacción y aprobación intervinieron activamente, además de los ayuntamientos afectados, la Diputación provincial y la Junta de Andalucía -nada menos que tres consejerías-.
El Plan nació con la vocación declarada de cumplir tres objetivos: "promover el buen uso" de la energía eólica; "ofrecer un marco de referencia único y estable" para los promotores y las administraciones públicas y "reducir al mínimo las afecciones" de los parques eólicos al medio ambiente, al patrimonio cultural y al paisaje.
Conviene ahora, cuando ya han transcurrido siete años desde su aprobación, hacer balance de lo que ha supuesto para la Janda la implementación del referido Plan.
Creo que no descubro ningún secreto si afirmo que el sentimiento generalizado en la comarca no es muy favorable al resultado obtenido. Más bien todo lo contrario. Los parques eólicos, a pesar de las muy loables intenciones de los redactores del Plan, han perjudicado gravemente al paisaje y por lo tanto también al medio ambiente de una de las zonas más bellas de España. Muy pocos son los beneficios que la provincia en general y la comarca en particular han obtenido de los parques. Los muy pocos propietarios de los terrenos sí se han beneficiado -entre 9.000 y 12.000 euros al año por molino- y las grandes compañías eléctricas también. Sin embargo, los habitantes de los pueblos, los más afectados, han recibido poco o nada. Los puestos de trabajo directos creados, una vez terminada la construcción de los parques, han sido escasos y de los puestos de trabajo indirectos, ¿qué decir? No se ha invertido en Cádiz ni un euro en i+d+i relacionada con la energía eólica, ni se ha fabricado en Cádiz una sola turbina.
Poco beneficio para tan grande destrozo. Al final, ganan los de siempre, las grandes compañías suministradoras y pierden también los que siempre han perdido, los sufridos habitantes de las zonas interiores de la provincia que han visto, atónitos, como se estropeaba -no saben muy bien por qué- el patrimonio ambiental común de todos.
Hace unos días explicaba la Sra. Salgado el enésimo plan anticrisis elaborado por Gobierno de la Nación para recuperar la senda del crecimiento económico. En él se prevé instalar en España hasta el año 2020, 16.700 megavatios nuevos de energía eólica 'onshore' y 5.000 megavatios nuevos de energía eólica 'offshore'.
Esto significa, con la tecnología disponible -asómbrense- 8.350 molinos más en tierra y 2.500 molinos más en el mar.
Nuestra maravillosa costa atlántica, desde Sanlúcar hasta Tarifa, tiene tres características que los navegantes conocen muy bien. Es una costa ventosa, arenosa y poco profunda, lo que dificulta la navegación costera y facilita -para nuestra desgracia- la instalación de aerogeneradores. Lo saben los navegantes y lo saben también muy bien las compañías eléctricas, que se frotan las manos ante los pingües beneficios que esperan obtener convirtiendo nuestra Costa de la Luz en su costa de las luces.
Los que todavía no tienen una opinión formada sobre lo que se nos viene encima, deberían darse un paseo en coche por la A-381, de día o de noche, lo mismo da.
Los que como el viajero utilizan esta carretera a diario, visto lo sucedido en La Janda, lo tienen claro: eólicos en Cádiz, "no gracias".
También te puede interesar
El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
Superioridad femenina
Cuarto de muestras
Carmen Oteo
LA HERIDA MILAGROSA
Brindis al sol
Alberto González Troyano
Retorno de Páramo
Con la venia
Fernando Santiago
Tum Tum ¿quién es?