El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
Superioridad femenina
Crónica levantisca
Poco después de que la Junta de Andalucía recibiera las transferencias de Justicia, visité la prisión de Puerto 2 a causa de una reunión de trabajo del delegado del Gobierno andaluz con el director del penal. Ahora que se ha recibido Justicia, le comentó el director al delegado, se podía pedir las prisiones. "Déjate, déjate", le respondió el buen hombre al alcaide. El Gobierno andaluz sufrió esa transferencia, porque la situación de los juzgados era paupérrima -en Jerez, por ejemplo, la limpiadora llevaba de su casa los detergentes- y porque algunos magistrados se rebelaron contra los nuevos administradores con una fuerza proporcional al silencio que había mantenido hasta entonces.
El Gobierno andaluz sufrió esa transferencia, a pesar de que venía de lanzar una campaña victoriosa en la que se congratulaba de haber acercado la Justicia a los ciudadanos. Un marrón, no más.
En definitiva, no había ni motivos ni reclamación pública para esa transferencia, más allá del mimetismo que se ha practicado aquí sobre lo que se decidía en Cataluña, lo que llevó, en último término, a casi copiar el nuevo Estatut en nuestra reforma.
La Generalitat va a recibir ahora la transferencia de los Cercanías de Renfe, los Rodalies, para el consabido acercamiento de los Cercanías a los ciudadanos. El Gobierno catalán ya tiene una competencia ejecutiva sobre estos trenes, de modo que fija los precios y decide los horarios, pero lo quiere todo. ¿Para qué? ¿Qué rédito saca la Generalitat de ello más allá de una cuantiosa inversión inicial que, después, deberá complementar con recursos propios? Nada, más allá de vaciar de España a Cataluña.
El otoño de 2017 mostró que la presencia del Estado en Cataluña se había reducido a la sede de una Delegación en cada provincia, a Hacienda y a unos escasos cuarteles de la Guardia Civil, tan pocos que los policías nacionales fueron alojados, de modo vergonzante, en unos buques del puerto de Barcelona, también de gestión autonómica. No hay beneficio político con las Cercanías, ni económico, sino todo lo contrario, pero con cada Presupuesto General del Estado se avanza en este vaciado de España que alcanzó su cenit en las primeras cuentas de Aznar, cuando desaparecieron los gobernadores civiles. Sin un Estado federal, que basa su argamasa en el principio constitucional de la lealtad, esto es persistir en el error de empoderar a quienes nunca serán saciados.
También te puede interesar
El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
Superioridad femenina
Brindis al sol
Alberto González Troyano
Retorno de Páramo
Cuarto de muestras
Carmen Oteo
LA HERIDA MILAGROSA
Con la venia
Fernando Santiago
Tum Tum ¿quién es?