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DE POCO UN TODO
SEGÚN la teoría política, existen dos tipos de Constitución: la escrita, como en Francia, y la no escrita, como en Inglaterra. Nosotros estamos inventando la Constitución no estricta. Cuántas interpretaciones del 78 para acá han forzado la letra y no digamos el espíritu de la Constitución española. Tenemos una Constitución contorsionista. El caso Rumasa, el referéndum de autonomía de Andalucía y el aborto, que contradice el art. 15, son los hitos fundamentales, pero hay más.
Además de un dato revelador. Los políticos están mayoritariamente encantados con la Constitución y si protestan es haciendo un papel, como los republicanos de IU, que lo son por tradicionalismo y con la boquita chica. En un Estado de Derecho, sin embargo, lo normal sería que la Constitución constriñera a los mandatarios. Como no lo hace, podemos deducir que la Carta Magna es una carta-magma, moldeable. Es lógico: los miembros del Tribunal Constitucional, presuntos controladores de los políticos, son nombrados por los propios partidos.
Ahora los nacionalistas catalanes y sus compañeros de viaje han emprendido una guerra preventiva contra una posible sentencia que recorte en algo las prerrogativas del Estatut. No nos debe extrañar ni tanto histerismo ni tan poco respeto a la jerarquía normativa. Llorones por naturaleza, los nacionalistas se lamentan: "Con todo lo que se ha forzado aquí la Constitución, justo con nosotros se van a poner puntillosos".
No caerá esa breva, les consolaría yo, desconsolado. Como mucho retocarán esos dos o tres aspectos impresentables no ya para cualquier jurista sino para cualquier persona con sentido común. La letra del Estatut es una rumba catalana: "Borriquito como tú, Estatu-ru-rú, yo soy más que tú, que tú, que tú…". Basta con no tener un oído enfrente del otro para saber que eso no pega ni con cola con la música constitucional que establece que España es una nación, que somos iguales ante la ley y que tenemos derecho a usar el castellano en todo el territorio. Los miembros del Tribunal son muy propensos a mirar hacia otro lado, pero no debe haberles hecho gracia que, entre Zapatero, que se comprometió a aprobar lo que le mandasen, y los que mandan en Cataluña, les hayan mandado a Peret: "¡Yo sé más que tú!"
Por si acaso, están tomándose su tiempo en resolver. No los disculpo, pues el retraso en administrar justicia es otra injusticia, a veces irreparable. Pero los entiendo: no contentarán a nadie. Ni a los nacionalistas, que quieren barra libre (cuatro barras libres, como la senyera) ni a los que preferiríamos que se aplicara la Constitución tal y como se hizo.
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