Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Su propio afán
DE la negativa de Pablo Iglesias a ir al desfile de la Fiesta Nacional no sé qué es más ridículo. La negativa viene precedida de la polémica sobre la falta de invitación, que no fue tal, sino que Iglesias la esperaba en su correo particular (porque él lo vale) y no en el institucional (como se acostumbra). Tan revolucionario, Pablo, y hace buena la frase del snob decimonónico (y genial) Oscar Wilde: 'Sólo hay una cosa peor que te inviten a una fiesta: que no te inviten'. Se creía que no estaba invitado y se molestó muchísimo. Luego resulta que sí que lo estaba y ha contestado que entonces no irá. O sea, que se molestó porque él quería molestar: ser invitado para hacer el feo.
También queda bastante ridículo el argumento que ofrece en el comunicado con que confirma su ausencia. Afirma, como quien no tiene abuela, que 'su presencia es más útil en la defensa de los derechos y de la justicia social de este país [...] y en combatir la desigualdad'. Así, ea, haciéndole un feo al ejército y a la nación (o 'este-país') que celebra su día y a todos los que van, cuya presencia no es más útil en ningún otro sitio. Tal vez habría que explicarle que la defensa nacional es un beneficio indispensable porque la seguridad de los españoles es el contenido mínimo de cualquier justicia social. Tampoco estaría de más recordarle que la nación constituye el marco en que se encuadran nuestros derechos como ciudadanos. Que un profesor de políticas no sepa eso tan elemental queda feo.
Pero el ridículo no acaba ahí. Porque ¿se han fijado ustedes en que el argumento para no ir es que no puede porque él tiene que 'combatir la desigualdad'? ¿Pablo Iglesias tiene que combatirla continuamente y en dedicación exclusiva? Este gran líder, ¿no duerme, no ve partidos de baloncesto por la tele, no se ha tragado las cinco temporadas de Juego de tronos, no paseaba con su novia, no va a la tele y a Venezuela, etc.? ¿Va estar las 24 horas del 12 de octubre defendiendo los derechos y la justicia social? Si no le gusta el desfile o el día nacional o el ejército o el rey o la bandera o los ritos o los símbolos, que lo diga. Ya ha dicho muchas teorías, digamos, y una más no iba a extrañarnos lo más mínimo. Pero poniendo como excusa lo de los derechos sociales no sólo queda como un progre-cursi, sino que degrada esos mismos derechos sociales y esa igualdad al nivel de una simple coartada. Qué feo.
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