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HOY, día de las Fuerzas Armadas, más que una fiesta, lo de nuestra Armada y nuestros Ejércitos es una gesta. Bogan contra viento y marea. Un profesor me contaba el estupor de sus alumnos al enterarse de que el dulce Garcilaso era un hombre de armas. Si ni eso, ¿quién entenderá al fiero Baudelaire: "Sólo existen tres seres respetables: el sacerdote, el guerrero, el poeta"? ¿O la dimensión vocacional de la milicia?
Pocos, porque el pacifismo beligerante arremete contra el nervio estético y emocionante de lo castrense. Y eso que ha sido, desde Homero hasta Hollywood, un continuo. "Arma virumque cano", arranca la Ilíada y es un hilo que puede seguirse hasta nuestros días. En esta línea, el vídeo que se ha marcado el Ministerio de Defensa, tan cinematográfico, resulta más que oportuno. Es poético (versión épica, naturalmente).
No sólo en lo estético, también en lo afectivo nuestros militares van contra corriente. Una nación donde se pita a lo bestia el himno nacional y en la que después los que no chiflan apenas chistan tiene un problema grave de identidad. Las Fuerzas Armadas están (y eso las honra) en primera línea en defensa de esa identidad. En consecuencia, han de aguantar, firmes, la desafección de amplias capas sociales, que se traduce automáticamente en unos recortes presupuestarios demasiado fáciles, porque no tienen coste electoral. Que será el único coste que no tengan.
Esa desafección es muy irracional. Los ejércitos, en un mundo complejo, inestable y peligroso, son los cimientos de una sociedad próspera y libre. Existe la tentación de echarse a dormir diciendo "Que nos defiendan ellos", señalando a los norteamericanos. O sea, una variante del "Que inventen ellos"; y tan absurda y dañina. Por supuesto, en un mundo globalizado, donde los retos y amenazas son comunes, la cooperación internacional es básica, pero hay que aportar lo nuestro al esfuerzo común si se quiere ser un país con vigor, voz y voto. Podría parecer este un problema de la guerra fría o de la ampliación de las bases de Morón y Rota, pero ya Diego de Saavedra Fajardo, en el siglo XVII, redactó unas páginas claves explicando la importancia capital de que cada nación se haga cargo de su propia defensa.
"Cada día, miles de militares en España y lejos de nuestros hogares, trabajamos por tu seguridad, tu libertad y por tu futuro en paz", recuerda el vídeo conmemorativo. Les damos las gracias.
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