En tránsito
Eduardo Jordá
Sobramos
Su propio afán
PREDECIMOS un futuro muy negro al partido naranja (Orange Is the New Black) si los críticos consiguen centrar al PSOE. Y un futuro muy rosa para los morados: los votantes más sanchistas del PSOE emigrarán en masa a Podemos. ¿Y el PP? Desde luego, Rajoy, el último sanchista, hubiese estado más cómodo con Pedro Sánchez, sus noes y las terceras elecciones de cara. Ahora la gestora, porque no le queda otro remedio, le exigirá gestos a cambio de una abstención. Rajoy cederá o no cederá, pero esa presión va a existir.
Ayer adelantaba que había quizá otra razón para el sanchismo de Rajoy, aunque era más soñadora y, por tanto, más apropiada para la somnolencia de una mañana de lunes. Vamos con ella. El nuevo centrismo y pactismo de los socialistas les exigirá desdemonizar al PP antes de llegar a acuerdos con él, esté o no esté Rajoy. Tendrán que amarrar, pues, al viejo dóberman para entenderse con el otro gran partido. A renglón seguido, harán de dique de contención a los insultos y críticas al PP desde la extrema izquierda. Así, el Partido Popular irá perdiendo esa etiqueta de derechona que le cuelgan sin que él haga nada (de nada) por merecerla y todo por sacudírsela.
Hasta ahora, cuando hemos intentado advertir a las gentes de derechas que el PP no les representaba, hemos chocado contra un muro. Ha funcionado a la perfección la dialéctica amigo-enemigo y una buena parte de los votantes más fervientes del PP no votan al partido de Rajoy y su indolencia ideológica ni al de Montoro y su voracidad impositiva ni al de Cifuentes y sus leyes de género ni a Villalobos y su abortismo irredento, sino al Partido Popular que atacan sus enemigos, ése que, precisamente, no existe. Si, por el nuevo posicionamiento del centro izquierda, el PP pierde al fin su condición de apestado, quizá aquellos que se alinean con él por pura solidaridad de clase (media), empiecen a descubrir el parecido de los populares con los socialdemócratas, como en la escena final de Rebelión en la granja. Podría surgir una posibilidad en España para un pequeño partido que defendiese con coherencia a los votantes de derechas que aún queden.
Sería un efecto a medio o largo plazo, claro está, y sólo si no me engaña el pensamiento desiderativo. Por ahora es todo lo contrario: el espectáculo del PSOE se ve mejor y divierte más desde la orilla del PP, de modo que es la grada -hoy por hoy- más concurrida y animada.
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