La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Desde que el Emperador Constantino aprobó en el siglo IV el Edicto de Milán por el que declaraba la religión cristiana la oficial, las relaciones entre Iglesia y Estado han otorgado todo tipo de privilegios a esta institución. Está tan metida la Iglesia Católica en las instituciones que ni siquiera el pacto de gobierno "socialcomunista de separatistas, bolivarianos y bilduetarras", como lo llama la derecha española, ha sido capaz de incluir el fin del Concordato que le da al catolicismo privilegios tales como financiación directa del Estado, conciertos educativos a congregaciones religiosas, exención del pago de impuestos (IBI, sociedades), nombramiento de profesores de religión por los Obispados con cargo a las cuentas públicas, sacerdotes pagados en las Fuerzas Armadas, la posibilidad de inscribir a su nombre bienes no registrados (inmatriculaciones), presencia de tropas en cortejos religiosos... Algunas entidades cifran en 11.000 los millones que de manera directa o indirecta recibe la Iglesias Católica. Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y demás han sido capaces de acordar un programa pero no lo han sido de llegar a tocar los privilegios de la Iglesia. A lo más que han llegado es a que la religión deje de puntuar en la nota media para que sea una asignatura voluntaria, lo que ha soliviantado a las organizaciones religiosas ya que no deben estar muy seguros de su propia parroquia que en el caso de que no tenga utilidad la gente empiece a desertar, como ya ha hecho la sociedad que abandona los bautizos y las bodas religiosas. La sociedad se seculariza pero nuestros gobernantes no se atreven a tocar los privilegios eclesiásticos.
En medio de esta situación llega una nota de Hacienda en la que se recuerda que toda actividad económica está sujeta al IVA, incluido el alquiler de sillas de la Carrera Oficial en Semana Santa. Las cofradías, en lugar de ver como algo natural el pago de impuestos ya que obtienen importantes beneficios públicos, han puesto el grito en el cielo, nunca mejor dijo. ¿Cómo alguien osa pedirle a las cofradías que se comporten como si fueran cualquier otra entidad? Por favor, qué escándalo, qué atropello. En Sevilla, donde tienen más experiencia y años en estos asuntos, lo que se preocupan es de que en vez de cargarles el 21% lo hagan con el 10%. En Cádiz, siempre prestos a la mangoleta y al gañotazo, lo que importa es no pagar, aunque luego se le pida al Ayuntamiento dinero, seguridad, limpieza y todo tipo de apoyo.
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