Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
GALICIA y Cádiz siempre han tenido muchas cosas en común. Ambas zonas tienen unas costas que contienen muchos tesoros y también comparten esa suerte de contar a pocos kilómetros del agüita salá con paisajes de interior de esos que te marcan, que se te quedan grabados en ese disco duro que todos tenemos en la cabeza. Además sus habitantes comparten también una visión de la vida bastante parecida. En ambas zonas se es capaz de ver la realidad con los ojos del buen humor. En ambas regiones son capaces de manejar con maestría eso tan difícil que se llama ironía.
En lo que es comé en la provincia de Cádiz ese hermanamiento se ha traducido en un plato: el pulpo a la gallega. Esta especialidad se ha convertido en un habitual de los bares y restaurantes gaditanos. Lo mismo te lo ves en un gastrobar, probablemente transformado en un pulpo a la brasa con puré de patatas, o en una venta de carretera donde detrás del lomo en manteca y los muslitos de pollo de campo te ves el pulpo a la gallega, la mayoría de las veces servido con su tabla de madera y con su poquito de pimentón y aceite por encima.
Es curioso como este plato se ha convertido en una especie de hijo adoptivo de la gastronomía de la provincia. A ti te dicen que el pulpo a la gallega es un plato de Cádiz, y aunque lleve ese apellido no te extrañaría que se hubiera hecho por primera vez en un bar de la provincia.
Dicen que el plato vino hasta aquí en las mochilas gastronómicas de los emigrantes gallegos que llegaron para trabajar en el sector pesquero en la primera mitad del siglo XX. Ellos nos enseñaron a hacer el pulpo a la gallega y nosotros les enseñamos a enroscar las pijotas, otra de los tesoros de Cádiz.
Por si fuera poco en las costas de Cádiz hay muy buen pulpo. Los que saben de esto dicen que el mejor es el “pulpo roquero” el que crece en las zonas de rocas y que se alimenta como un señor de marisquito y cosas con cáscara.
Igual que la Diputación reconoce cada año a hijos adoptivos de la provincia, a gente de fuera que ha hecho cosas por este triángulo de colores, un año de estos habría que nombrar también hijo adoptivo al pulpo a la gallega y más cuando ha producido también un hijo predilecto de los bares como es la ensaladilla de pulpo, otra fusión de aplauso entre la ensalada más popular del sur y el plato más popular del Norte. Hay que empezar a recoger firmas ya mismo…lo suyo es hacer el garabato con tinta de calamar…o de choco, que es más de freidor, otro de los reinados gallegos de Cádiz.
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