La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
Su propio afán
Yo creo que zssMucha gente se ríe de la homeopatía, pero yo tengo comprobado que en ciertos casos no estrictamente clínicos funciona. En mi adolescencia, pasé una época de un esnobismo disparatado, pero tuve una novia que era aún más esnob (aunque con más encanto y fundamento) y que, cuando me dejó (quién sabe si por eso), se quedó con lo suyo y con lo mío para siempre. Fue un tratamiento de choque. Me he acordado ahora por la homeopatía, ojo, no porque entretenga mi confinamiento viajando al pasado.
Este agradecido recuerdo a la homeopatía obedece a que estoy a punto de deberle otra sanación. Llevaba unos meses demasiado enganchado a las redes sociales, que son, entre otras cosas estupendas, a menudo una pérdida de tiempo. Me planteaba, con esa evanescencia de los buenos propósitos, que tenía que racionar su uso, para aprovechar lo bueno evitando que interfieran tanto con el tiempo de lectura y de trabajo. En parte, la curiosidad y, en parte, la vanidad luchaban en mi contra. Y ganaban. Advierte con tino el aforista Miguel Ángel Arcas de que el Narciso del siglo XXI se refleja en aguas digitales, siempre deseando verse más y mejor en likes y más retuits.
Andaba, pues, perdiéndome en ese laberinto 2.0 hasta que el confinamiento ha venido a liberarme. Es tal la sobredosis de mensajes, archivos de voz, memes, chistes, emojis, vídeos, retos y canciones sobre el coronavirus o sobre la cuarentena que recibimos a cada momento, y repetidos seis o siete veces, que me han empezado a provocar un rechazo visceral. Empiezo a no poder soportarlos. Qué alergia. Qué alegría.
De la cuarentena, o salgo yo liberado de esta pulsión de pulsar o salen los chistes -que a estas alturas han dejado felizmente de tener gracia- sin mí, autónomos. ¡Con la ilusión que me entró de aprovechar el tiempo que las circunstancias ponían en nuestras manos…! y resulta que entre las manos no tengo más que un móvil que no para y una tableta que es una losa.
Confío en la reacción. Para empezar, me he obligado a consultar los aparatos sólo de hora en hora y no más, porque si no las tardes me las roban las redes como una almadraba que no deja escapatoria. O como diría Góngora: "¿y tú lo ignoras?/ Peligro corres, Licio, si porfías/ en seguir sombras y abrazar engaños.// Mal te perdonarán a ti las horas,/ las horas que limando están los días,/ los días que royendo están los años". Confiemos en la vacuna de la sobredosis.
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