Willy Doña

"Kichi, Carranza y Herri Batasuna"

24 de septiembre 2020 - 08:39

Por mucho que le pese a la pareja de conveniencia compuesta por Kichi González (ni de lejos Mágico aunque le encanten los trucos) y Martín Vila (tan cerca pero tan lejos del que fuera ministro de Interior en la elogiable Transición), a los taxistas aéreos habrá que pedirles los domingos de fútbol del año 2050 que te lleven al estadio Carranza. Decirles otro nombre, el que en la actualidad pretenden imponer quienes malgobiernan la capital, les sonará a chino.

El proceso selectivo, que no electivo, urdido por ambos con el objetivo de anular el deseo de la inmensa mayoría de gaditanos no tenía ya de salida pies ni cabeza. El enorme apoyo popular captado por la opción Carranza a secas les desmontó el chiringuito que habían fabricado con sus coleguitas de ideología y entonces cometieron la tropelía de variar las reglas en mitad del partido, enésima muestra de su apego a la pseudodemocracia. El sistema empleado, amparado en una comisión plagada de la activa soldadesca ultraizquierdista de la ciudad, ha tenido tanto en el origen como en el desarrollo un tufo descarado a los tejemanejes propios de los mandamases de Venezuela. De esta pantomima solo resta ya por conocer el desenlace, el nombrecito que cargará con las culpas y la animadversión masiva de la ciudadanía.

La guinda podrida la colocó hace pocos días la Plataforma por la Memoria Histórica de Cádiz, peso pesado dentro de la referida comisión casi monocolor. Hizo público su deseo sobre Carranza con las siguientes palabras: "Que, por fin, Cádiz se vea limpia de un nombre que no signifique otra cosa que muerte y terror". Incalificable. Se supone que tan contundente y grave afirmación estará debidamente documentada y no se basará en simples especulaciones y/o comentarios generalizados e interesados. Lo contrario significaría que los miembros de la Plataforma han cruzado todas las fronteras admisibles en un Estado de derecho.

En el caso del actual alcalde se me antoja desconcertante el contraste entre su alarde de memoria histórica para lo acontecido hace 84 años y su desmemoria histórica respecto a sucesos muchísimo más recientes. Valga como ejemplo un tuit que colgó en su cuenta de Twitter este 2020, refiriéndose a un gaditano fallecido ese día. Ensalzaba a esa persona con esta frase: "Luchador incansable que dedicó su vida entera a construir un mundo más justo".

Lo de "su vida entera" me chocó sobremanera porque en el currículo político de ese conciudadano figuraba al menos un episodio totalmente contrario a la construcción de un mundo más justo, el cual sí que está documentado. En las elecciones europeas del 10 de junio de 1987 ejerció de cabeza visible del comité de apoyo andaluz a la candidatura de Herri Batasuna, organizando y protagonizando mítines en diferentes localidades de nuestra provincia. HB funcionaba por aquel entonces como indiscutible apéndice político de una ETA que durante ese año 1987 cometió dos de los atentados más sanguinarios de su triste historial, el de Hipercor en Barcelona y el de la casa-cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza. Esa candidatura de Herri Batasuna, que necesitó los votos de españoles residentes en provincias diferentes a las del País Vasco y Navarra para sentar a Txema Montero en uno de los escaños del Parlamento Europeo, fue representada y defendida en el resto de la nación por integrantes del Movimiento Comunista (caso de este gaditano) y de la Liga Comunista Revolucionaria.

Con esa frase desafortunada del tuit ("su vida entera") y la actitud intransigente y antidemocrática para que el estadio no pueda pasar a llamarse Carranza reaparece el Kichi más radical, el que aún podemos ver y escuchar en YouTube arengando a las masas al grito de "la próxima visita será con dinamita".

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