La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Su propio afán
En una sociedad adicta a las series, es muy raro que no estén teniendo mucho más seguimiento las elecciones de Estados Unidos. Que no han acabado. Como dijo Donald Trump anteayer, en América solían tener una jornada electoral el 3 de noviembre, pero ahora tienen jornadas interruptas e infinitas que se convierten en semanas que se transforman en meses electorales.
El sueño para un guionista de series. Y el estiramiento del suspense no es, ni mucho menos, el único ingrediente. Más lucha por más poder, imposible. Más tramas cruzadas y misteriosas, tampoco. Están Trump y Biden, Melania, Kamala, Hillary, los medios, las empresas tecnológicas, China, el FBI, Rusia, la CIA, las unidades de Inteligencia (hay una división apodada 'Kraken', nada menos), el fantasma de Hugo Chávez, los zombis votantes, los votantes bilocados, los votos Guadiana, la estadística saltando por los aires, los tribunales, las declaraciones juradas y los testigos de cargo. A bote pronto, le echo a la serie varias temporadas, quizá como The Wire, cada una centrada en un colectivo implicado: los políticos, los periodistas, los militares, los informáticos, etc.
Pero teniendo todos y cada uno de los ingredientes de una gran ficción, no está despertando interés. Ni alguien como Pablo Iglesias, tan aficionado por un lado a las series y, por otro, a los juegos de tronos, tiene nada que comentar esta vez. El hecho de que todo esté pasando de verdad, y en la democracia más poderosa del mundo, el indiscutible líder militar, económico y cultural de nuestro mundo, debería añadir unas décimas de pasión, digo yo.
Las declaraciones de Trump en la Casa Blanca, como presidente de los Estados Unidos de América, afirmando que ha habido un fraude electoral de dimensiones colosales podrían perfectamente terminar con los huesos en la cárcel o de Biden o de Trump, además de lo que cada cual arrastre por la cola. Eso se pone en una serie y nos hiela la sangre. Y aquí lo tenemos, delante de nuestros ojos, y psch.
De nuestros pocos ojos, porque no interesa a casi nadie. Y aún diría más: parece que irrita a muchos. De esto (de todo lo que está pasando con independencia de la verdad o mentira de las acusaciones) se escribirán ensayos, se harán películas y se estudiará en los manuales de Historia. Cuando nuestros nietos nos pregunten cómo lo vivimos, muchos tendrán que decirles, si son honestos, que mirando para otro lado.
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