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El Alambique
INVITADOS por Esther y Alberto, una pareja que se pasa la vida conspirando para hacer felices a sus amigos, estuvimos el lunes en Urueña, un pueblo de Valladolid que parece un microcuento. Según el último censo, lo habitan y lo cuidan 184 vecinos (carrasqueños, es el gentilicio). Urueña tiene 5 museos y 10 librerías. La última, Primera Página, la inauguraron en agosto Fidel Raso y Tamara Crespo, dos locos maravillosos con una larga y reconocida trayectoria en el periodismo que mira para abajo. En España hay una librería para cada 50.000 habitantes. En Urueña tienen una para cada 18 lugareños.
Si Borges imaginó que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca, durante la mañana luminosa que pasamos en esa pequeña ciudad medieval yo sentí la misma felicidad que sintió aquel niño del relato de Galeano que le pidió a su padre que le ayudara a mirar cuando lo llevó por primera vez a ver el mar. Bellas casonas de piedra, calles escrupulosamente limpias con los carteles que les dan nombre explicando brevemente su historia, paredes serigrafiadas con textos de Delibes, vecinos saludando con una amabilidad rotunda al forastero…
Es una bendición encontrar de vez en cuando esos pequeños oasis en medio del desierto cultural en el que, con la colaboración inestimable de José Luis y sus mariachis y Mariano y su Banda, hemos convertido España. Caminamos peligrosamente hacia el abismo, disculpen la desesperanza, en un mundo irreal en el que el contacto con los demás en esos lugares comunes donde habita la magia y que nos hacen tan felices es cada vez más escaso. Una encuesta reciente revela que el 87 % de los adolescentes prefieren comunicarse por el móvil antes que cara a cara. El otro día alguien comentó que vio colgado arriba del mostrador de una tienda de barrio este cartel: "Mientras terminas de actualizar tu estado, le serviremos a la persona educada que está a tus espaldas".
En El Puerto tenemos un cine, que se parece a los cines que amamos como se parece una sopa de sobre a un buen puchero, tres o cuatro librerías mal contadas y un poeta universal y mustio que anda perdido en la arboleda contable de los derechos de autor. No me diga que no le dan ganas de nacionalizarse carrasqueño.
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