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"¿Dónde están las llaves?/ matarile-rile-rile,/ ¿dónde están las llaves?/ matarile-rile-ron/ Chimpón.// En el fondo del mar,/ matarile-rile-rile,/ en el fondo del mar,/ matarile-rile-ron". La llave sigue donde estaba, en el fondo del mar, porque los problemas para formar gobierno serán idénticos a los de las pasadas elecciones o más complejos, aunque sea mucho más sólida la posición del PP. La suma simple con Ciudadanos no termina de dar.
Por tanto, el PSOE vuelve a tener la llave y, aunque éste ha salvado el órdago del "sorpasso" de Podemos y está un poco menos ahogado, su decisión será muy difícil. ¿Tratará de gobernar con sumas imposibles por la izquierda y colando de matute al partido que viene a darle matarile o apostará por una gran coalición, en cualquiera de sus variantes, esto es, o entrando en el gobierno o votando a favor desde fuera o absteniéndose o exigiendo la cabeza de Rajoy (que ahora, tras su victoria personal, es como pedir la luna) o proponiendo un presidente independiente o absteniéndose apenas parcialmente?
Las llaves, tras las segundas elecciones, siguen, pues, en el fondo del mar. Y se han perdido, por el camino, tres comodines: el comodín del tiempo, porque ya no hay paciencia para verlos marear la perdiz y habrá que ir a tiro (a pacto) hecho; el comodín de las próximas elecciones, que serían un bochorno nacional; y, más sutil e interesante, el comodín del nacionalismo. Lo explico. En las pasadas, el PSOE pudo negarse a pactar con Podemos porque eso exigía el apoyo de los partidos soberanistas. Era una postura gallarda, aunque extraña en un partido que ha gobernado con ERC y que lo hace en varios ayuntamientos. Pero que le permitía revestir de dignidad su lógica negativa a pactar con su rival por la izquierda. Ahora dependen menos de los independentistas y Podemos parece dispuesto a desembarazarse de la exigencia del referéndum soberanista. Los motivos de fondo para negarse al pacto, sin embargo, siguen vigentes y más vigorosos que nunca en el PSOE. Ahora ha de ser una negativa más tajante.
Sin comodines, Sánchez tiene que elegir entre un alma u otra de su partido. Si decepcionar a sus votantes revolucionarios o si traicionar a los más socialdemócratas. No le queda más remedio que escoger, y será doloroso. La canción del matarile resultó profundamente profética en su duda sobre las llaves: "¿Quién ira a buscarlas?,/ matarile-rile-rile".
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