Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Su propio afán
JOSÉ Joaquín León se me ha adelantado felicitando a Susana Díaz por su embarazo. En buena hora, porque lo ha hecho inmejorablemente bien, como es lógico. Tiene razón cuando subraya que, en tiempos de severa depresión demográfica, la presidenta de Andalucía dará un valioso ejemplo de conciliación de la maternidad con las responsabilidades profesionales más exigentes. Pondrá el embarazo en primera plana, como ya ocurrió con Carme Chacón y Soraya Sáenz de Santamaría. León, además, hace, como quien no quiere la cosa, una oportuna mención al aborto legal. Éste se entiende bastante mejor (o sea, muchísimo peor) desde un embarazo propio, con la consecuente ilusión desde el primer momento.
No acaban ahí las ventajas públicas de esta feliz noticia privada. Tener hijos cambia toda la perspectiva política. La gran objeción al déficit, por ejemplo, es que la sociedad disfruta ahora de un gasto con el que habrán de correr las generaciones futuras. Un político con hijos tendrá mucha más resistencia a cargar esa deuda asfixiante… sobre los diminutos hombros de su bebé.
También el impuesto de Sucesiones, que en Andalucía bate récords, deja de verse con los ojos noveleros de un Robin Hood; y se cae en la cuenta de que sobre esa herencia ya se tributó lo suyo en el IRPF y, si es el caso, en el de Patrimonio. Y que un padre sueña, naturalmente, con poder dejar algún resto de su trabajo a sus hijos. Cambia o debería cambiar, asimismo, la percepción de los problemas de la enseñanza. La educación no es un campo para la demagogia, el postureo y el recorte por la espalda. Su calidad pasa a ser una preocupación angustiosa, real, cotidiana. Y crece poco a poco el respeto a la libertad de los padres. Con hijos, uno tiene el imperioso deseo (y el derecho) de tomar decisiones en todo lo que atañe a su educación. Un sistema que encorseta y limita por lo legal y por lo económico no puede ser del gusto de ninguna madre.
Los focos políticos se vuelven hacia Susana Díaz. ¿Anticipará las elecciones? ¿Romperá del todo con IU? ¿Se postulará a líder nacional? Apasionantes dudas que se discuten en todos los corrillos. Mientras, yo me ilusiono con una pregunta aún más especulativa: ¿cuánto se le notará la maternidad en su visión del mundo? Cuánto más, mejor. (Sin contar con su felicidad personal, que doy por descontada y que es materia privada y no asunto de una columna, aunque se la deseo igual).
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