Enrique Gª-Máiquez

Melancolía

Su propio afán

El sistema aplana a nuestros mejores hombres, domestica a los más fieros y opaca a los más brillantes

19 de marzo 2023 - 01:31

Aunque luego tengo mis cosas, en público peco, más que nada, de notorio optimismo. Sin embargo, hoy me voy a permitir hacer gala de una honda melancolía. Es éste el estado en que me ha dejado la gozosa lectura de Parva memoria, la segunda edición ampliada y recortada de los aforismos de Francisco Pérez de los Cobos, que fuera presidente del Tribunal Constitucional.

Han leído ustedes bien: la gozosa lectura me ha entristecido. Pérez de los Cobos es brillante y bueno. Véase el brillo: "La presencia vívida de Dios da a la existencia una dimensión mágica". Véase la bondad: "La única mirada certera es la piadosa". Él sabe qué es el Derecho: "El Derecho es, en primer término, una coartada moral. Su primera y más perversa función consiste en conjurar el peligro de las conciencias". Él sabe qué es la política: "En política, casi todo es virtual". Y hace gala de una evidente finura moral: "La belleza del mal es relamida". No se chupa el dedo ni en la política ni en las relaciones sociales ni con los nacionalismos, de los que abomina, aunque menos que en la 1ª edición. Sabe ser tajante: "Hay quienes no creen que exista un derecho natural a la vida, pero sí a la negociación colectiva".

Habiendo sido el presidente del TC cuyo voto decidió a favor la constitucionalidad del matrimonio homosexual, tendría que haberse ahorrado este aforismo: "Pronto todos los católicos de Europa seremos corajudos y admirables católicos ingleses"; que, por lo demás (o para los demás), es espléndido. Salvo estos desacuerdos prácticos, en líneas generales es fácil estar de acuerdo con Pérez de los Cobos y es imposible negarle inteligencia, talento, conocimiento del mundo y valor.

De eso mismo mana mi melancolía. Que un hombre así en un puesto tan influyente no pudiese hacer nada sustancial para enmendar el rumbo de nuestra atribulada nación descorazona. Especialmente a mí, que, pecando del susodicho notorio optimismo, siempre he puesto mi esperanza en la inteligencia y en la integridad de cada cual en lo suyo propio. Cuando se repasa su trayectoria, dejando su voto matrimonial aparte, todo es bastante intrascendente. Algún escándalo menor entre bandos y poco más. Parece que el sistema aplana a nuestros mejores hombres, domestica a los más fieros. En próxima reseña en una revista literaria, pondré por las nubes esta Parva memoria, porque lo merece. Aquí, que hablo más de política, dejo caer mi desaliento.

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