Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Su propio afán
NINGÚN oficio hecho con amor se libra de mirarse al ombligo un poco, que es lo que entre los poetas se llama metaliteratura, entre los filósofos epistemología y, entre los moralistas, curiosidad. El electricista que ha estado en casa me ha explicado con todo lujo de detalles no sé qué muy complejo del voltaje y la potencia. No me dejaba irme a trabajar en lo mío. Él estaba dispuesto a echar su mañana de trabajo dándome unas clases teóricas. Al pagarle, he dudado si descontarle una minuta por mi tiempo o pagarle de más por sus lecciones.
Los periodistas también tenemos nuestro ombligo, que son las palabras de la calle. Antonio Burgos las repasa con oído experto e índice enhiesto. El otro día dictaminó que la palabra "navidades" no existe y es, además, imperdonable, un sarampión que se nos ha pegado de traducir literalmente el plural de "Christmas". Tampoco le gusta la expresión "estas fiestas", que nos hace preguntarnos: "¿cuáles fiestas?", porque fiestas, a Dios gracias, hay muchas. Él propone, si uno tiene un empeño particular usar el plural, las "Pascuas", que son el conjunto de festividades religiosas de ahora, contando la Navidad y la Epifanía.
La racionalidad está con Burgos, pero en la diversidad está el gusto. El lenguaje aprovecha los supuestos sinónimos para introducir matices y sugerencias que enriquecen el habla cotidiana. Yo le veo a las "navidades" una utilidad irrenunciable. Uno escribe "Navidad", con su mayúscula, y se está refiriendo a la fiesta religiosa; del mismo modo que si escribe "Natividad" pone el acento en el misterio en sí y si escribe "Nacimiento" se refiere, probablemente, a un belén. Si uno dice "navidades", habla de todos estos días de vacaciones alrededor de la Navidad. Por eso lo escribe con minúscula. Tiene un sentido laico, pero sin perder las raíces; como las pierde, en cambio, "estas fiestas", expresión desarraigada y laboralista. "Pascuas" no sirve tanto, porque vuelve a tener un sentido religioso intrínseco. Nos hace falta, como hablantes de un mundo complejo, no confesional y toda la pesca, marcar sutiles diferencias. "Estas navidades no he parado de comer polvorones" es una frase que se puede decir perfectamente, siempre que no se tenga la boca llena.
Otra cosa, y vuelvo a la sombra del maestro después de esta leve travesura, es desear unas felices navidades. Pueden serlo o no. Para feliz, feliz, sin duda, la Navidad.
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