Cambio de sentido
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Su propio afán
EL pico de éxito de Podemos no le dio para asaltar los cielos y, después, fue perdiendo fuelle en las encuestas. Sin embargo, ha tomado aire gracias a sus marcas blancas y a que le ha caído la llave de los gobiernos de izquierda en una pedrea de municipios. Hoy por hoy no se puede decir que las esté pasando moradas.
Según las encuestas, es el naranja de Ciudadanos el que destiñe. En principio, no tendría más importancia que el anterior desinfle de Podemos. Las masas son como mareas: suben y bajan. No obstante, tres factores hacen a Ciudadanos más vulnerable a la bajamar. Vayamos del más evidente al más letal.
El protagonismo de Albert Rivera es absoluto. Pablo Iglesias fue el que puso su cara y su cola en una papeleta, cierto, pero su organización tiene más nombres. Su construcción, en círculos y de abajo a arriba, permite, por mucho que se le haya superpuesto una estructura piramidal y personalista, bastante autonomía. Basta comparar a los lugartenientes andaluces, Teresa Rodríguez, por un lado, y Juan Marín, por otro, para apreciar las diferencias de carisma, discurso e independencia. Si Albert Rivera pincha, Ciudadanos gripa.
Encima, las listas naranjas han sido una amalgama de aluvión. Tienen excusa: son consecuencia de un crecimiento acelerado. Vale: admitimos pulpos como candidatos de compañía y de relleno. Lo malo es que cuando ese aluvión pierda la fuerza de la corriente, si la pierde, sufrirá tensiones diversas y cada cual tirará según querencia o interés. O tendrá esa tentación. Con todo, el peligro más letal para C's está en sus electores. Como se ha beneficiado de un voto volátil e hipercrítico, fácilmente puede perderlo. Su postura de partido bisagra, pactando acá con unos y allá con otros, tiene un indudable encanto nórdico, goza de legitimidad democrática, ayuda a la gobernabilidad y debilita a Podemos y a los nacionalismos, pero destiñe sus colores, emborrona su programa y lo asimila a cierto oportunismo. Su apuesta en Andalucía es de infarto. Sólo les puede salvar una gestión de Susana Díaz eficiente y distinta, y eso -si llega- no lo notarán para las generales sus electores (o sus ex electores). La idea de que en Andalucía Ciudadanos compensa el pacto en Madrid con el PP tiene todo lo contrario de tirón electoral. Su brusco quiebro de cintura en Despeñaperros puede entenderse como indefinición. Y ése es el peligro amarillo del partido naranja.
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