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A lo largo de su vida una persona puede evolucionar y cambiar algunas de sus ideas. Pasa en todos los partidos. Incluso en las religiones. San Pablo, que era malísimo, se cayó del caballo camino de Damasco, y se convirtió en piedra angular del cristianismo. Santiago Carrillo, que era del PSOE, se pasó al PCE, no impidió la matanza de Paracuellos del Jarama durante la guerra civil (de lo que después se arrepintió); y más tarde, participó en las purgas soviéticas contra sus compañeros del PCE, se hizo eurocomunista, aceptó la bandera roja y gualda, se pasó al PSOE y terminó de tertuliano en la cadena Ser. ¿Y qué me dicen de Jorge Verstrynge? Pasó de ser la mano derecha de Fraga en AP a ser podemita. El caso de Pemán no es el único de un demócrata que evoluciona.
El Ayuntamiento de Cádiz ha emprendido una cruzada contra Pemán en la que le quieren quitar todo: el busto, la placa, el monumento del Parque, el teatro de verano y no sé qué más. Sólo faltaría que le quiten la casa de la plaza de San Antonio donde está la Fundación Cajasol. Diga lo que diga Martín Vila, a José María Pemán no se le puede aplicar la Ley de la Memoria Histórica por su pasado, ya que al final de sus días era un monárquico liberal que había apoyado la restauración de la democracia en tiempos de Franco, que había realizado gestiones para que Rafael Alberti volviera del exilio, que se había reunido con los partidos de izquierda como presidente del Consejo de don Juan de Borbón, y que fue reconocido por Juan Carlos I con el Toisón de Oro, como premio por sus servicios a España. Se lo impuso en 1981. Es decir, que Pemán, al final de sus días, era un demócrata. Igual que San Pablo era un cristiano. Igual que Santiago Carrillo ya no era un comunista. Igual que Verstrynge no se sabe lo qué es.
Si consideramos los méritos literarios de Pemán, el caso es impresentable, porque como en algún momento dijo el alcalde Kichi, escribió mucho (y bien) de Cádiz. Pero eso es lo de menos. Lo de más es que el Ayuntamiento está cometiendo un atropello, que debe ser denunciado en los tribunales, para la reparación de esa ofensa.
El PP y Ciudadanos, que han ido a los tribunales por cuestiones nimias, deben defender los méritos de Pemán. En una democracia no se puede represaliar a un demócrata. Y menos aún que lo hagan quienes vienen de una ideología comunista, que a lo largo de su historia ha causado miles de muertos, incluso de izquierda. ¿Eran otros tiempos? Pues sí, para todos. En eso consistió la reconciliación de la democracia.
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