La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
Tribuna libre
Que en Cádiz hace falta empleo es una obviedad. Por eso, con las políticas para combatir el desempleo hay que tener altura de miras y empatía, porque no se trata de jugar con cifras ni de sacar rédito político, se trata de alumbrar oportunidades para desarrollar proyectos de vida. Eso, que nunca se debe perder de vista, es lo que parece que le ha ocurrido a la Junta de Andalucía con el Plan Aire. Está encerrada en sus errores, anteponiendo el orgullo burócrata a un objetivo cargado de dignidad como es mejorar, de manera decisiva, la vida de la gente que nos rodea.
La convocatoria del Plan Aire comprende 100 millones de euros menos en Andalucía y 13 menos para la provincia de Cádiz, pero más allá de la financiación que libera, el gran problema es cómo se distribuye, porque los ayuntamientos tenemos que poner casi lo mismo que pone la Junta de Andalucía. Eso sí, con una diferencia importante entre las dos partes: mientras que los ayuntamientos estamos infrafinanciados, y tenemos cada vez más demandas y necesidades por cubrir en nuestros municipios –sin que recibamos más ingresos para ello-, la Junta de Andalucía maneja fondos europeos y tiene muchísima mayor capacidad económica.
Pero el desequilibrio no queda ahí, porque hay un trampantojo en esa parte que paga el Gobierno andaluz: de esa mitad, la gran mayoría procede de fondos europeos. Así que la Junta de Andalucía, de su dinero, de sus arcas, en realidad pone como una décima parte de todo el Plan. Y después dirán que apuestan por combatir el desempleo. Sí, claro.
Si tan bueno es el plan, como dice el Gobierno andaluz, ¿por qué ni San Fernando, ni Cádiz, ni Chiclana, ni Puerto Real, ni El Puerto de Santa María, ni Jerez de la Frontera, ni Sanlúcar de Barrameda han solicitado acogerse al programa? ¿Es una conspiración municipalista que busca propagar el paro en cada una de las localidades?
No, lo que ocurre simplemente es que el plan no se ajusta a la realidad local de Andalucía, y que no se han tenido en cuenta las sugerencias que, desde la lealtad y las ganas de que el plan fuera realmente útil, se han hecho por activa y pasiva a la Junta de Andalucía desde hace mucho tiempo por parte de los ayuntamientos andaluces. No es cuestión de ideologías, es cuestión de que el plan no se adapta a la realidad y por tanto no sirve para el contexto actual de los ayuntamientos.
Además, hace tiempo que le sugerimos las modificaciones, le alertamos de los errores que contenía el plan y le anunciamos que, sin esos cambios, la convocatoria sería un fracaso. Nos duele ahora tener razón, pero es la consecuencia de no haber escuchado nuestras propuestas, de no haber propiciado la colaboración institucional y de haber huido hacia delante cuando el horizonte era negro.
Lo que la Junta de Andalucía ha demostrado con el Plan Aire es que quiere renunciar a hacer políticas activas de empleo en más de la mitad de la provincia. No quiere asumir responsabilidades y está deseando desquitarse la competencia para señalar a los demás. Y por ahí no vamos a pasar.
Si la competencia de empleo es del Gobierno andaluz, lo mínimo es que sea la Junta de Andalucía la que financie el plan. Yo veo bien que el que pague las cosas, las organice como crea mejor. Es justo. Pero si aquí la Junta no paga casi nada, y encima organiza sin tener en cuenta a la gente que tiene que participar en la gestión, el resultado es un desastre que a quien menos debe sorprender es a la Junta de Andalucía.
Esperemos que, tras todo lo ocurrido, el Gobierno andaluz tome nota para próximas ediciones de planes de empleo. La lástima es que, mientras la Junta de Andalucía se da cuenta y cede poco a poco en su orgullo interior, ha dejado en la estacada en empleo, en un momento de crisis, a cientos de miles de gaditanas y gaditanos.
Y eso, que me perdonen los señores responsables del Gobierno andaluz, es penoso y es también un ataque a la dignidad de los ayuntamientos y de los desempleados andaluces. Porque han demostrado que les importa poco acabar con el paro. Y que en vez de convertir en oxígeno el Plan Aire, han preferido seguir vendiendo humo.
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